Ir tras un sentimiento abrumador tiene sus riesgos, ya que aunque algunos amoríos de esa clase tienen buen fin, muchos de ellos fracasan cuando las emociones se calman y traen la cordura de vuelta debido a que descubrimos que dictan mucho de lo que esperábamos
“Dios creó el mundo por amor. Sin embargo, existen situaciones en que esto no se cumple a cabalidad. Me refiero a esas situaciones en que la mente del enamorado se alimenta de falsas ilusiones, para, después de un largo y pesado sueño, la paciencia se acaba”
Como sabemos, muchas son las cosas que se hacen por amor. En la historia universal, se pueden apreciar algunos ejemplos, no pocos, por cierto, en los que se deja de lado todo para darle cabida a una pasión desenfrenada que promete la felicidad eterna. Por ejemplo: Uno abandona a la otra porque piensa que ha encontrado el amor en otros brazos y opta por ir detrás de esa loca pasión, y hasta quien quita que, de ese modo, alcance la felicidad. Otras, en cambio, dejan un viejo amor porque se van tras un nuevo romance y encuentran el infierno, ya que esa pareja sufre algún trastorno mental que lo hace actuar agresivamente y por ende maltratar a quienes más quieren.
1. Pasiones tempestivas en la historia universal
En la época de la Conquista y Colonización de América abundan los casos de mujeres indígenas que dejan a sus hombres de la misma raza y se van gustosas con el conquistador que les toca por compañero. Y, además, estas damas de piel cobriza ayudan sin remordimientos a los españoles en eso de subyugar a los pueblos a los que ellas pertenecen.
Igualmente, se dan casos de ibéricas que son raptadas por indios. Luego, cuando llegan los hombres blancos en su rescate, se oponen a ser devueltas a los suyos. Estas níveas damiselas sólo desean permanecer al lado del indígena que las secuestró, y hasta cooperar en hacer frente a los abusos del extranjero en suelo americano. Estos casos se dan en menor grado, debido a que la presencia de la mujer española fue casi nula en estos períodos de Conquista y Colonización.
Los dos ejemplos anteriores ilustran como, a veces, se da todo por esas pasiones tempestivas: fortunas se vienen abajo y poco importa el qué dirán. El enamorado se expone a los más graves peligros, con muchas posibilidades de salir con las tablas en la cabeza. Se trata de esas situaciones en las que entregar el alma puede no ser lo ideal porque, por ejemplo, uno de los miembros padece algún trastorno mental que le ocasiona un estado de descontrol emocional permanente, cuya explosión instantánea es motivada por cualquier tontería.
2. Trastornos que perturban relaciones
Según los expertos, vivir con una persona que tiene alguna perturbación psicológica hace la existencia complicada no sólo para los que están cerca de esta persona sino también para el que padece ese trastorno. La adaptación psicosocial en tales circunstancias se vuelve difícil. Algunos ejemplos de dichas enfermedades son la esquizofrenia y la paranoia, y uno de sus signos son los celos enfermizos. Estos trastornos distorsionan la percepción de la realidad: el que los sufre no tiene control sobre sus acciones ni tampoco tiene la capacidad de mantener sus emociones a raya. Y, sin desearlo, lastima a sus seres queridos. Cuando se ama a alguien que presenta algunos de estos trastornos, con o sin razón, se puede pensar que el afecto puede prevalecer sobre esas trampas del destino. Sin embargo, como dice la conocida frase: “Hay pasiones que matan”.
3. Insensatez y celos en la literatura
Recordemos el drama shakespeano de Romeo y Julieta, par de adolescentes, que deciden morir ante la imposibilidad de realizar su amor. Y que conste, Romeo y Julieta eran sanos. Sólo tenían el ímpetu de la adolescencia en que el idealismo y la ilusión nublan el entendimiento.
Otro caso de la literatura que habla de estos amores signados por la derrota, el dolor y la entrega absoluta, con poca o ninguna recompensa, es el de la tragedia Otelo, del mismo autor de Romeo y Julieta, William Shakespeare. Otelo era aquel loco, enfermo e inseguro de sí mismo, que mata a su fiel esposa, Desdémona, por los celos infundados que le hace sentir Yago. Éste se hacía pasar por su amigo y lo traicionó, debido a la gran envidia que sentía hasta la enésima potencia por este hombre celoso.
De igual manera, a diario, es frecuente ver noticias amarillistas en que los asesinatos por amor están a la orden del día: primero, él le quita la vida a ella y, segundo, él se mata; y sí hay hijos, estos mueren también a manos del agresor.
Noticias como las anteriores versan sobre esos amores fatídicos en que la locura conduce a la muerte. Detrás de estos reportes, existen mentes perturbadas, que fácilmente comenten actos de violencia. En casos así, cabe preguntarse: ¿sí vale la pena hacer todo por amor y dejarnos llevar por una ilusión de nuestros sentidos? La misma ilusión que hacía que Don Quijote -personaje creado por Miguel de Cervantes- pelease contra los molinos de viento y pensara que eran gigantes. Se trata asimismo de batallar contra el mundo como en una tragedia griega, en que no se puede hacer nada para escapar de la adversidad.
Todos sabemos que el amor es el sentimiento que mueve al mundo. Por amor hemos sido creados. Y Dios creó el mundo por amor. Sin embargo, existen situaciones en que esto no se cumple a cabalidad. Me refiero a esas situaciones en que la mente del enamorado se alimenta de falsas ilusiones, para, después de un largo y pesado sueño, la paciencia se acaba. Ahí se debe considerar sí esa pasión es merecedora de que nos sacrifiquemos sin el menor arrepentimiento. Es ahí también cuando, en silencio, como decía un conocido poeta: “lejos del mundanal ruido”, debes preguntarte, una vez más, apreciado lector: ¿Sí es válido dar todo por ese amor que mata o mantener las emociones en calma para en sana paz preguntarse si ese amor ensordecedor merece sacrificar todo en su nombre?
¿Todo por una pasión?
Cuando somos víctimas de una pasión tempestiva que nos nubla los sentidos y el entendimiento es oportuno preguntarnos si merece la pena dejar todo por ir detrás de ella o esperar que los sentimientos se calmen para tomar una decisión definitiva.
Por consiguiente, ir tras un sentimiento abrumador tiene sus riesgos, ya que aunque algunos amoríos de esa clase tienen buen fin, muchos de ellos fracasan cuando las emociones se calman y traen la cordura de vuelta debido a que descubrimos que dictan mucho de lo que esperábamos
La voz de la mujer / Isabel Rivero De Armas