El “gobierno” de Maduro no es percibido por los pobres como “su” gobierno. El de Maduro es el “gobierno” de los funcionarios, los comisionistas, los testaferros, los “cuanto-hay-pa-eso”, los “como-quedo-yo-ahí”. Es también la tabla de salvación de los radicales ideologizados, que con asco lo aceptan como un “mal necesario” para supuestamente “preservar la revolución”
Corría el año 2005. Para entonces al aire sólo por la valiente señal de Radio Caracas Radio, el Radar comenzó a subir cerros y caminar barrios. Debemos confesar que en la interacción con los habitantes de los sectores populares en aquellos tiempos encontramos una circunstancia que primero nos sorprendió y que luego nos provocó incluso envidia. Si, envidia: En muchas ocasiones, cuando encontrábamos a un dirigente comunitario dispuesto a denunciar las calamidades que su barrio vivía como consecuencia de la desatención oficial, no era raro que por las cercanías pasara un vecino y le dijera al declarante (a veces en susurro sorprendido, a veces en grito acusador) “Ajá, estás echando paja…”. Como todos sabemos, en el lenguaje coloquial inculto venezolano “echar paja” describe el acto de denunciar a tu igual ante el poder: “Echa paja” el estudiante que denuncia al condiscípulo ante el maestro, o el trabajador que delata a su compañero ante el patrono, o el vecino que expone la conducta anómala de su vecino ante la autoridad. Más allá de la veracidad o justeza de la denuncia, “echar paja” es cuestionable de acuerdo a un cierto código que confunde solidaridad con alcahuetería.
Y aquí viene lo insólito: Quien advertía a su vecino sobre la discutible inconveniencia de denunciar las realidades de su barrio lo hacía asumiendo que Chávez no era “el poder”, sino que era SU IGUAL, mientras que “el poder” lo representaba el medio de comunicación (a los efectos, una humilde emisora). Producto de la eficiente manipulación política de un soterrado resentimiento social, durante un largo período de tiempo muchos habitantes de los sectores populares vieron en la figura central del poder no al responsable de sus penurias, sino a uno de los suyos, “uno de abajo”. Aunque proveniente de un hogar de clase media rural, en el que entraban simultáneamente dos sueldos oficiales (uno de ellos de alto funcionario regional, pues el entonces dirigente copeyano Hugo de los Reyes Chávez llegó a ser Director de Educación en Barinas bajo el gobierno de Luis Herrera Campins) el Jefe del Estado en vez de biografía se construyó una leyenda de supuesta pobreza.
Aprobación a Chávez vs. erosión electoral
La propaganda le ganó por entonces la batalla a la verdad, y un importante sector del pueblo no vio nunca al Gobierno de Hugo Chávez como “un mal gobierno”, ni como “un buen gobierno”, sino como “SU” gobierno. No es un tema “mágico-religioso”, como lo aseguran algunos blacamanes disfrazados de encuestadores. Era un asunto sociológico, de identificación, de pertenencia: Así como nadie admite críticas de terceros hacia la madre de uno (porque esa no es “una mamá”, sino “MI” mamá), de la misma forma importantes sectores del pueblo se resistían a responsabilizar al gobierno nacional y concretamente al Presidente de la República de sus evidentes fallas, horrendos errores y terribles corruptelas.
Eso mantuvo a salvo a la figura presidencial incluso cuando, ante los embates de la realidad, la imagen gubernamental y del proyecto político oficialista empezaron a erosionarse: Tras lograr su mayor popularidad en las elecciones presidenciales de 2006, en el año 2007 el oficialismo pierde el referendo constitucional, en el 2008 pierde las más importantes gobernaciones y alcaldías, en el 2010 pierde en el voto popular en las elecciones parlamentarias, y en las presidenciales del 2012 pierde la mitad de la ventaja que Chávez le había sacado a Rosales seis años atrás, al reducir tal ventaja de 16 a 8 puntos. En las presidenciales de abril de 2013, esa diferencia de 8 puntos se redujo a cero.
Del Gobierno “de los pobres” al del “cuanto-hay-pa-eso”
Ese es el marco en el que deben ser leídos los resultados de la encuesta del IVAD, Instituto Venezolano de Análisis de Datos, dirigido por el estadístico Dr. Félix Seijas, de finales de Agosto-2013: 67,5 % de los encuestados encuentran que la situación económica del país es mala; 67,2% considera que la situación general del país es igualmente mala; 66,9 % consideran que la situación política del país es inestable; 80,8% considera que la inseguridad es el problema más grave, 54,3% considera que es el desabastecimiento, 35% que es el alto costo de la vida y 13% cree que el más grave problema es el colapso eléctrico. Y aquí viene lo novedoso: 62,8% de los encuestados considera que el responsable de los apagones es el Gobierno, la misma cantidad considera que el Gobierno es el responsable de la corrupción, 53% no cree que el Plan Patria Segura esté sirviendo de algo y esa misma cantidad cree que el llamado “Gobierno de Calle” es solo circo y propaganda. No está demás decir que el IVAD es la misma encuestadora que durante 12 años pronosticó los triunfos de Chávez.
Ojalá que la oposición política y social que antes no entendió la naturaleza del nexo que unía a Chávez con parte importante de los sectores populares, ahora si pueda leer con claridad lo que está ocurriendo: El “gobierno” de Maduro no es percibido por los pobres como “su” gobierno. El de Maduro es el “gobierno” de los funcionarios, los comisionistas, los testaferros, los “cuanto-hay-pa-eso”, los “como-quedo-yo-ahí”. Es también la tabla de salvación de los radicales ideologizados, que con asco lo aceptan como un “mal necesario” para supuestamente “preservar la revolución”. Pero la suma de corruptos y radicales no es mayoría, no lo es ahora ni lo será después. Y Maduro lo sabe.
A construir el nuevo pacto con los sectores populares
Ojalá quienes desean encarnar una Alternativa Democrática lean acertadamente esta nueva realidad, y procedan en consecuencia a construir un nuevo pacto con los pobres. Un pacto basado en deberes y derechos, no en prebendas y chantajes, y garantizado por instituciones que funcionen, no por el siempre voluble capricho de una caricatura de caudillo. Sólo un pacto así dará lugar a la amplia mayoría que es necesaria para ganarle a un gobierno autoritario con sus propias reglas; sólo un pacto así proporcionará el consenso social que hará posible la gobernabilidad una vez lograda la victoria electoral, gobernabilidad indispensable para construir progreso, y justicia social. Si no se hace esto, si se cree que el mero desgaste de la fruta “madura” cuando pase a “podrida” hará que el poder les caiga en las manos por efecto de la Ley de Gravedad, vendrán tiempos de desengaño. Porque probablemente lo que les caiga en las manos no será el “poder”, sino la más espantosa crisis.
Todo esto es lo que se descubre, cuando se leen las encuestas desde el cerro…
Radar de los Barrios / Jesús Chuo Torrealba / Twitter: @chuotorrealba