Humillante la derrota de la Vinotinto en Santiago ante Chile, en momentos en que obtener un resultado favorable era vital. Fue superada en todos los aspectos del juego, lució sin alma, sin asociación de juego
Hay que estar claros, hoy por hoy Chile le puede ganar 3-0 a cualquier conjunto en Suramérica. Pero qué vergüenza que la Vinotinto vaya a Santiago y pierda de esa manera.
No se trata de los jugadores, no se trata de que no se hacen goles, no se trata de que el árbitro anuló un gol en una decisión más que dudosa. Se trata, inequívocamente, de que el proyecto de César Farías no es viable hace rato.
Selecciones como Colombia y Chile reaccionaron en esta misma eliminatoria con el cambio de sus respectivos técnicos. Paraguay, ya eliminado, le ganó a Bolivia en esta última fecha por 4-0 con un técnico nuevo, pensando en la próxima eliminatoria, pero celebrando cada gol como si estuvieran ganando el Mundial.
Del César Farías exultante, desafiante con la prensa, se pasó a un César Farías pasivo, tuitero, discreto, en la previa del partido en Santiago.
El proyecto Farías tuvo un pico interesante a mediados de la eliminatoria, con la inclusión de Fernando Amorebieta y los hermanos Feltscher, que sirvieron para «mover» la plantilla. Pero luego no se intentó más nada, con más nadie. Por allí levantó la voz Jeffren Suárez (el ex del Barcelona) y se secó esperando; el mismo Ronald Vargas pudo ver algunos minutos antes de su última lesión, pero también se secó esperando. No se probó a más nadie. ¿Es que no hay más nadie? Si no son Jeffren o Ronald, serán otros, hay que buscar el talento, en Venezuela debe haber más talento. Pero hay que tener un plan B. Es urgente.
La clasificación se le va a la Vinotinto como el agua entre los dedos. Y César Farías sigue dando explicaciones, que los muchachos se fajaron, que jugaron con el corazón, que se hizo lo posible, que la pelota no entró. Y es algo que nadie duda. Nadie. Pero para clasificar a un Mundial hay que hacer más, hay que usar todas las variables posibles, las que sean.
Pero para él, al parecer, es más importante pelear con la prensa. Nadie duda que, en un momento dado, encarnó la esperanza del sueño mundialista de todo un país. Pero el camino que ha tomado ese sueño debe ser el corolario final de un entrenador que, al parecer, ya dio lo que tenía para la Vinotinto.
Cuando se le ganó a Colombia aquel juego súper sufrido por la mínima, Farías y su cuerpo técnico salieron a darle una arenga recriminatoria a la prensa nacional por su «poco apoyo» al equipo. Lo que fue un error grave, porque no es precisamente que la prensa no apoya al equipo. Le exige, si, lo que tiene que exigirle, es lo normal. Si le molesta eso que no le den la selección de México, porque ahí sí va a llorar lágrimas de sangre.
Ahora mismo, el equipo nacional luce encajonado, con pocas ideas, como repetitivo, los balones no le llegan a Salomón Rondón; cuando apabulla por necesidad, lo hace sin orden o alguien dispara desde casi media cancha a las tribunas, no hay asociación de juego, a ratos se ve a cada quien jugando por su lado.
De hecho, para ver a la Vinotinto es vital rezar y encomendarse a las alturas, porque nunca tiene nada seguro.
Ahora bien, Farías no se manda solo. Detrás está Rafael Esquivel que apostó a él, que cuando se iba a iniciar este proceso entrevistó a otros técnicos, pero su ficha siempre fue Farías. Nadie sabe por qué. Lo cierto es que cuando Esquivel tomó la decisión, muchos se sorprendieron.
Y al principio parecía todo bien. Ganarle a Argentina fue uno de los picos del conjunto nacional, pero tras ceder tres puntos en Ecuador con un cuadro alternativo.
En todo caso, parece hora que Esquivel también tome cartas en el asunto. Y asuma sus responsabilidades. Que actúe como el presidente de la Federación Venezolana de Fútbol que es, no como el amigo de Farías. Y que defienda al país, que pida explicaciones de por qué fue anulado el gol de Salomón Rondón ante Chile. Seguramente, el árbitro tendrá sus razones, dará sus explicaciones, pero Esquivel tiene que poner en evidencia que el equipo nacional se ha ganado respeto en cancha. Una cosa es que la Vinotinto no pueda hacer las cosas, y otra que un árbitro crea que puede desfavorecerla así no más.
¿Que ya es tarde para cambios? También. Pero no es posible que se haya fallado repetidamente sin introducir un revulsivo en el plan. Será tarde, pero es hora…
Edward Sarmiento
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