En lugar de dedicarse a rescatar el juego de la selección nacional, de destacar la labor de unos jugadores que no han rendido sus sueños, el seleccionador nacional dedicó la rueda de prensa posterior al encuentro ante Perú a hablar de él y de lo que piensa la gente sobre él
La victoria de la Vinotinto ante Perú en Puerto La Cruz el martes no sólo dejó mínimas esperanzas de clasificación a un Mundial de fútbol a un equipo, a todo un país, sino que dejó bien claro, demostró, que existe una base de jugadores para dar buenas luchas futuras, quizás pelear el boleto al Mundial 2018.
Los muchachos que no se movieron ante Chile en Santiago, lo hicieron mejor ante Perú. Yohandry Orozco fue un motor en el medio campo, Josef Martínez hizo las gambetas que no logró cuatro días antes, Salomón Rondón ganó una batalla en el área para puntear un balón a gol, algo que se debía él mismo. Hubo más guerreo, sin duda, más asociación, un poco más de fútbol, incluso un poco de picardía. Claro que ante un rival más accesible, con el debido respeto a los peruanos, pero es rescatable que ese grupo de muchachos haya salido a batirse como los grandes en un terreno de juego aún con esperanzas mínimas de clasificar, de lograr un objetivo trazado meses antes y que sufrió un golpe letal en la fría Santiago y un golpe aún más fuerte con la victoria uruguaya ante Colombia minutos antes que se cantara el Himno Nacional en el estadio «José Antonio Anzoátegui».
Ese pundonor mostrado por esa base de jugadores es, desde todo punto de vista, lo que le queda a los venezolanos para seguir luchando. Que esos muchachos no se hayan rendido, que sigan luchando, es algo que debe tener el respeto de todo un país, el respaldo de todo un país. Representan una base de fútbol, una reserva de dignidad, que debe tomarse con la mayor seriedad para encarar los próximos compromisos de la Vinotinto, cualesquiera que sean, con un nuevo proyecto, con un nuevo timonel.
Y también quedó claro el martes que Farías ya cumplió su ciclo al frente del seleccionado, ya dio lo que tenía que dar, ya aportó lo que tenía que aportar. Que fue bastante lo que aportó. Pero ya está bueno.
El seleccionador nacional pasó el martes de corderito herido con la fea derrota ante Chile a león enjaulado con la victoria ante Perú, en la cual si bien se consiguieron los goles que tanto habían hecho falta, también se encajaron dos como para no hacer fiesta, con evidentes fallas defensivas.
Y en lugar de rescatar lo rescatable, que se mejoró en el fútbol, en la asociación de juego, en la garra, el seleccionador se dedicó a responder ataques de no se sabe quien, diciendo que su dignidad es indoblegable, que le sobra actitud, cuando lo que le sobra es soberbia y le falta humildad para aceptar un hasta aquí.
Farías repitió el martes el guión de la rueda de prensa dada tras el juego ante Colombia, en la cual salió a batirse con la prensa, con aquellos que, según él, se han puesto las camisas de equipos como Brasil y Argentina, pero no la de la Vinotinto.
El señor Farías no ha entendido que si bien cumplió un papel importante con el equipo nacional, ya no lo está haciendo. No entiende que sus luchas personales son sus luchas personales, que sus posiciones personales son sus posiciones personales. No las del equipo. César Farías es César Farías y ya, él no es la Vinotinto. El equipo seguirá adelante, quizás con él, conociendo las conductas de Rafael Esquivel. O con otro. Pero la Vinotinto seguirá adelante. Habrá que sentarse a analizar qué se está haciendo bien y desechar lo que se hizo y se hace mal.
Pero no puede ser que se considere una inconsciencia que la prensa, que la gente, los llamados «entendidos», y hasta los políticos, todo el país, quien le dé la gana de hacerlo, pidan más a su selección. Que la gente no haya respaldado al equipo simplemente es un síntoma de la situación por la cual atraviesa el sueño de toda una nación. Y ya. Pasa aquí y en cualquier parte del mundo. ¿O quiere Farías emular a Richard Páez y fajarse con la tribuna también?
Lo de Farías el martes debe recordarse en los próximos años como aquella persona que te invita a una fiesta y a mitad de la misma se emborracha, pelea con todo el mundo, se monta en la mesa a insultar a la gente y te bota de la casa.
¿Que no quiere hablar de puntos? ¿Que no está en sus manos la decisión de seguir al frente del equipo o no? Pendejadas. La gente toma sus decisiones y las toma cuando debe ser. Es hora de ensayar otro rumbo, de que el equipo reciba nuevas ideas. No se trata de experimentar, ahí está una base sólida de muchachos para sacar el equipo adelante, para trabajar desde ya por un nuevo horizonte. Pero no puede ser que el estado de un equipo pase por el estado de ánimo de un técnico que en lugar de celebrar la victoria, se dedicó a hablar de él y de librar sus luchas personales.
Edward Sarmiento / HYPERLINK «mailto:esarmiento@diariolavoz.net»/ esarmiento@diariolavoz.net / @edward42r