Hay chamas que están bien seguras de que lo quieren es a un varón que las haga sentir mujer, y por él que se juegan todo; por ende, defienden su noviazgo hasta con la vida misma
La mayoría de nosotros, tanto hombres como mujeres, hemos vivido un amor adolescente en que amamos con una pasión desmedida y nos entregamos de manera única aunque también, muchas veces, esa relación de la adolescencia queda en el pasado, olvidada, bien alejada, de ese amor especial que llena nuestras vidas y con quien formamos una familia.
La presente historia trata de jóvenes, todavía niñas y niños, ya que apenas están estudiando en un liceo o colegio, que aman con sentimientos desmedidos. A esto se suma que donde cada una se educa, por lo general, tiene un novio, al que mucho vigilan, para que otra niña no lo enamore y se lo quite. Con ese noviecito, esas chamas han perdido la virginidad y tienen con él una relación por la que todo ellas arriesgan incluso hasta la vida misma o la de otros.
1. Chamo apuesto con una niña bonita
Clara a sus catorce años estudiaba tercer año de bachillerato en el liceo más cercano a su casa. Era muy bonita; no obstante, en el salón donde estaba había otras dos niñas tan lindas como ella que despertaban los deseos de los varones de su curso y la envidia del resto de las muchachas.
Llevaba Clara su cabello largo hasta la cintura. Tenía sus ojos grandes, azulitos, delineados, con largas pestañas. Su cuerpo comenzaba a ser sensual al tomar esas curvas propias de lo que será en un futuro próximo una hermosa mujer.
Salía con Lorenzo. A pesar de que, por su edad, desconocía qué era el amor, Clara lo amaba demasiado. Él era un año mayor que ella. Cursaba primer año de diversificado. Tenía la sonrisa más maravillosa entre los muchachos de su clase. Lucía un cuerpo atlético, con una piel bronceada, así que, como abejas al dulce, algunas niñas estaban detrás de él deseando un noviazgo o, por lo menos, un gratificante momento de amor con este joven apuesto.
Aunque amaba a Clara, Lorenzo no paraba de coquetear con sus admiradoras que, incluso sabiendo que él tenía novia, lo cercaban hasta hacerlo dudar de sus sentimientos que parecían tan fuertes que resistirían cualquier tentación, pero que debían someterse a prueba como siempre pasa en toda relación de amor.
2. Relación consumada
A la hora de la salida, a su salón de clase, Clara iba a buscar a Lorenzo para recordarle que ella era su mujer, porque ya había sido suya, precozmente, cuando se besaban apasionadamente y él, con sus manos, comenzó a recorrer su cuerpo en la intimidad de su casa, así que ellos ya habían consumado su relación.
Clara no puso mucha resistencia ni estaba arrepentida. Ese joven le gustaba hasta hacerle tronar los huesos. A Lorenzo, esta chamita le movía el piso, porque su belleza era reconocida por muchos de sus compañeros que envidiaban su condición de enamorado de ella. Además, él le había prometido que una vez que se graduara de bachiller, buscaría un trabajo, y juntos estarían, para intentar hacer una vida compartida.
A pesar de la corta edad de ambos, cuando hacían el amor, había mucha pasión. Con mordidas y rasguños se decían que el uno era de el otro. Por ello, se mantenían unidos, llenos de promesas en cada entrega, pero su amor debía probarse para poder comenzar una vida juntos tal como soñaban y lo estaban planificando llenos de expectativa y de emoción.
Los asuntos del corazón deben ser confirmados para ver sí de ese modo sobreviven al paso del tiempo, a la llegada de los problemas, a los vaivenes de la incertidumbre y a todo lo que representa una relación de pareja.
3. Una fuerte rival
Viviana, que también era muy bonita, estudiaba en el mismo curso que Clara. Tenía el cabello castaño, una piel tan tersa que despertaba el deseo ardiente en varios estudiantes de aquel liceo. Aunque era amiga de Clara, sin darse cuenta, se había enamorado de Lorenzo y por ese amor estaba dispuesta a traicionar a la que consideraba su mujer amiga sin que mucho le pesara.
A pesar de que quería a Clara, a Lorenzo le gustaba Viviana, pero poco caso le hacía. Cuando se conectaba a Internet, hablaban un rato. Un día, Viviana le contó sus deseos más íntimos, y él se dejó seducir por ella. Empezó a desearla. Sin embargo, trató de contenerse, pero ella lo visitaba cuando, en su casa, solo, él estaba, y no se cansaba de coquetearle.
Un sábado en que Clara había salido con sus padres, Viviana fue a ver a Lorenzo. Vestía su minifalda más corta. Dejaba ver el nacimiento de sus senos. Llevaba su cabello suelto. Con su perfume roció su cuello, busto y muñecas. Él le abrió. La invitó a pasar. Conversaron y cuando supuestamente se iba, Viviana lo besó con fogosidad en los labios. Ese beso los condujo a algunas caricias imprudentes que terminaron en una jornada intensa de sexo.
Aunque Lorenzo le pidió que olvidara aquel encuentro, porque Clara era su mujer, Viviana se negó. Varias veces se le entregó. Le dio su ser, aprendió a hacer lo que él quería, ella se dejó amar tal como Lorenzo había soñado, sin tabúes ni prejuicios, sin que su corta edad y poca experiencia influyeran en un gozo supremo.
Clara comenzó a sentir distante a Lorenzo. Sus besos ya no la quemaban. Cuando la acariciaba tenía la mente puesta en otro lado, así que empezó a sospechar que ella había dejado de ser la única. Iba a casa de su novio sin avisar hasta que una tarde encontró a Viviana allá. Fue tanta la furia que Clara le juró venganza mientras que aquella no tomó muy en serio esas palabras aunque, al tiempo, se arrepentiría de ello cuando su vida se vería en riesgo por su imprudencia, desasosiego y traición.
Adolescentes que aman vintensamente
**** Hay chamas que están bien seguras de que lo quieren es a un varón que las haga sentir mujer, y por él que se juegan todo; por ende, defienden su noviazgo hasta con la vida misma o ponen en peligro la existencia de quien consideran su rival.
**** Por consiguiente, a ellas no les importa algo más que esa relación, porque -a pesar de que son muy jóvenes-, aman con el ímpetu de una fémina que sabe cómo cumplir sus anhelos sin que nada las mueva más que defenderlos
La voz de la mujer //// Isabel Rivero De Armas