José de la Asunción Salazar, era un margariteño lleno de amor con todos los que lo conocían, se dedicaba a la pesca y a medida que envejecía se fue convirtiendo en gran artesano y realizaba hermosas piezas de manualidades, entre ellas sobresalía las bellas imágenes de la Virgen del Valle, su belleza era tan reconocida que venían los turistas de todas partes de Venezuela y del mundo con el fin de adquirirla, sin embargo él solo se la vendía al que sentía que la amaría como a su propia madre, igualmente fabricaba nacimientos durante todo el año, los comenzaba a vender la segunda quincena mes de noviembre. Lo buscaban mucho para comprarle las figuras de sus nacimientos, su preciosidad y su prestancia anunciaban la alegría del nacimiento del niño más hermoso de la tierra, igualmente resaltaban la belleza de San José y la Santísima Virgen María, además cada uno de esos nacimientos eran piezas únicas que casi todos deseaban lucir en sus hogares, a cada comprador le decía en tono amoroso y de consejo: “Hijo te llevas el hecho más grandioso realizado por nuestro Señor ya que Él en su misericordia concibió, por medio del Espíritu Santo, un hijo con María, una honesta mujer llena y colmada de virtudes que acepto el gran compromiso de dar a luz y de formar al Hijo de Nuestro Creador, a pesar de que María conocía el destino de su amado hijo, así que al colocarlo en tu hogar bríndale el mejor lugar y llénalo de las luces más agraciadas que puedas conseguir y bríndale el amor que merece el Hijo de Dios”
Como era su vida
Con el tiempo tuvo que abandonar la pesca, los años le impedían continuar ejerciendo tan duro oficio y ya no podía salir a pescar como lo hacia normalmente y debía permanecer en tierra firme mucho tiempo, dedicándole al Señor su nuevo oficio de artesano, además era el ayudante en la Iglesia de La Asunción, estado Nueva Esparta, y la gente lo veía siempre alegre y feliz, muchos cuentan que el conversaba con los santos y hasta con la misma virgen y jamás, sus vecinos y quienes lo conocieron, escucharon de él una queja o una queja, cada palabra que pronunciaba era para bendecir o agradecer la bondad de la que era objeto por parte del Señor de los Cielos y de todos sus vecinos. Un milagro se hacia presente en él ya que nunca perdió la facultad de hacer preciosas manualidades, lo cual le permitía vivir sin tener que recurrir a la caridad pública.
Eran increíble la vitalidad de José de la Asunción, cuando se acercaban las fiestas decembrinas era el encargado de preparar las parradas navideñas que incluían las Misas de Aguinaldos, las patinatas y la merienda que se ofrecían cada día a los que acudían a tan bellos eventos, por su edad no parecía que era José de la Asunción el encargado de organizar dichos actos, muchos decían que se sentían la presencia del mismo Niño Dios organizando su fiesta. Algo de mucha importancia, nunca falto nada en la celebración, la hoya del chocolate caliente, los dulces y todas las granjerías necesarias para su celebración venían de todas partes y como era mucho lo que sobraba lo recogía y con gran amor se lo llevaban a los pobres de la región, principalmente a los asilos de ancianos, a su llegada a cada lugar se volvía a formar la fiesta y se llenaba de alegría el lugar que visitaba.
La última navidad
En la última navidad José de la Asunción se enferma gravemente, pero su enfermedad no era conocida por los vecinos y n por sus por sus amigos. Las fiestas se hicieron como todos los años, la satisfacción era inmensa y se veía la presencia de José de la Asunción compartiendo y bendiciendo a todos los presentes, dando gracias a Dios por la bella oportunidad que le había brindado en poder atender y ser el servidor de las fiestas del Niño Jesús. El día 24 de diciembre José, después de disfrutar de las festividades en el día no asistió a La Misa de Gallo lo que angustio a todos y una vez concluida la misa, ya eran casi las 12 de la medianoche, todos los presentes en el acto religioso y el pueblo en general se acercaron a su casa y al entrar se dieron cuenta de que el buen José de la Asunción se encontraba en su lecho, no pudiendo, levantarse de la cama le pidió a todos que se acercaran a él y que le rezarán al Niño Jesús, a la Virgen María y a San José ya que ellos venían en su búsqueda y que desde hoy disfrutaría la gloria y el honor de permanecer en el cielo al lado de todos sus seres queridos y en la compañía del Niño Jesús, María y José a quienes siempre amo con intensidad. No estén triste estás han sido mis mejores navidades y me voy con el mejor cariño de haber vivido entre gente buena y llena de dignidad, en donde la pobreza nunca impidió que brotará la llama del amor de sus corazones.
Todos cayeron de rodillas y comenzaron sus rezos, de pronto, al comenzar a sonar las campanas que indicaban que eran la hora del Nacimiento del Niño Jesús se percibió una hermosa luz que alumbraba el lugar y se sentía un fuerte olor a rosas y todos escucharon muy claramente:
“GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS Y PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD”
Y fue precisamente el momento en que José de la Asunción entregaba su alma al cielo lleno de amor y de esperanza en una vida mejor y todos entonaron cánticos y oraban por el bello milagro que acababan de presenciar y en donde el amor y la bondad le abrió el camino al Creador a ese pescador margariteño llamado José de la Asunción Salazar
Un Domingo con Salomón
Salomón Benshimol R
sbenshimol@yahoo.com
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