Tras haber ganado en ese circuito el año pasado, la historia que pinta para hoy es absolutamente distinta: saldrá desde el puesto 18 y con un Williams que no termina de superar sus desperfectos técnicos y mecánicos
BARCELONA, España — «El casco transforma al hombre», declaraba hace un año un radiante Pastor Maldonado durante el Gran Premio de Europa de Fórmula Uno en Valencia.
El piloto venezolano de la escudería Williams, entonces en lo alto de la ola tras haber ganado su primera carrera cinco semanas antes en Barcelona, echaba mano del aforismo para justificar en parte las críticas de algunos a su estilo de conducción, considerada algo agresivo por los más moderados y temerario por los menos.
Historia distinta
Maldonado, también el primer piloto de su país en ganar un Gran Premio, volverá a salir a por todas desde la parrilla del circuito de Montmeló hoy; aunque sus esperanzas de repetir triunfo sobre el asfalto barcelonés sean mínimas, por no decir nulas.
Ni el venezolano ni el equipo británico han logrado levantar cabeza desde que fuera aupado a hombros en el podio por Fernando Alonso (Ferrari), quien acabó segundo en 2012, y Kimi Raikkonen (Lotus), tercero.
La solitaria victoria del nativo de Maracay se tiñó entonces de singularidad, pues aparte de truncar la sequía de ocho años sin triunfos de la prestigiosa escudería, sirvió también de regalo de cumpleaños del fundador y manager Frank Williams. Los festejos, sin embargo, fueron interrumpidos por un peligroso incendio en el box del equipo.
Maldonado, quien recuerda estos días «la sensación única, sin palabras que puedan describir», que le provocó el éxito barcelonés, no ha repetido podio desde entonces y marcha huérfano de puntos en el presente campeonato, clasificado 17mo con dos retiradas en los dos primeros grandes premios.
«Estamos tristes”
La decepción es visible en su rostro, cuentan los habituales del paddock sobre uno de los personajes más risueños y animosos en la temporada de su debut. El segundo año no está siendo fácil para el equipo, que introdujo cambios notables en un coche con amplio potencial pero que no ha rendido lo esperado sobre el asfalto.
«Estamos tristes. Es un deporte de evolución constante y veloz y no hemos progresado como los demás. Caminamos en la dirección adecuada pero queda mucho camino. Vamos un segundo más lentos que el resto», analizó el director técnico, Mike Coughlan, tras los entrenamientos libres del viernes.
Impulsos sin freno
Criado en el taller familiar de su padre y sus dos tíos, Maldonado se sumerge como pocos en la evolución del coche, con esperanzas de que pronto el trabajo dé rédito en pista.
«Es muy disciplinado en su entrenamiento y técnicamente muy fuerte. Conoce el coche por dentro y por fuera y eso fue clave para que Williams diera ese salto el año pasado. Cometió algunos errores, pero este año está mucho más calmado y sabe que no todas las carreras se pueden ganar», explica Rodolfo González, compatriota y piloto reserva del equipo Marussia.
«Es difícil pedirle que sea menos agresivo porque siempre ha sido un piloto fuerte y rápido. Son etapas de aprendizaje. Él sabe que puede hacer el trabajo. No se gana una carrera en F1 siendo mal piloto», prosigue González, quien reconoce haber sido criticado en Venezuela por proteger a su colega. «Cuando estás arriba todo el mundo te quiere y cuando caes te dan palos. Pastor está frustrado, está claro. Es difícil que gane una carrera este año».
A contra natura, Maldonado tira actualmente de paciencia en el mundo de la velocidad, posiblemente reforzado por el respeto que le profesan colegas como el mexicano Sergio Pérez (McLaren), quien también sufre un decepcionante arranque de campaña.
«Hizo una gran carrera en Barcelona y sí es verdad que luego tuvo altibajos muy grandes cuando el coche estaba competitivo. Williams ha sufrido un bajón este año. Si no, seguramente estaría peleando por las posiciones delanteras», valora Pérez.
Esperando que la anunciada transformación del hombre se extienda a la máquina, Maldonado intenta relajarse y aislarse de las críticas junto a su esposa y progenitor, quienes le acompañan en Barcelona.
Pero con victorias o sin ellas, con casco o sin él, acaba emergiendo el verdadero carácter de un piloto de raza.
Preguntado sobre los consejos que le ofrece su mentor, González desvela, quizás sin proponérselo, que ciertos impulsos no entienden de frenada: «Pastor me dice que empuje como loco», sonríe.
Larga desde el 18
Los tiempos registrados en la clasificación del sábado evidenciaron el radical cambio de panorama: en la misma pista donde Maldonado había logrado la «pole position» en 2012, iniciará en el 18vo lugar el domingo, al no superar, junto con su compañero Valtteri Bottas, el corte en la primera ronda
«Todo el mundo esperaba que ganáramos acá pero, ¿cómo lo vamos a hacer? La situación es crítica y solo Dios sabe si vamos por buen camino. El que habla es el cronómetro, y hoy ha hablado claro. Saco un poco de impotencia porque no puedo trabajar como yo quiero, pero de un día a otro no te vuelves estúpido», expuso el piloto, quien recetó «paciencia» a sus incondicionales