Hoy la gente no acepta el populismo demagógico, sino la vigencia de un Estado de Derecho que sea justo, en sus fines de bien común, seguridad y justicia
La mayor suma de felicidad es una sociedad justa.
Democráticos, socialistas, demócratas-cristianos, social-demócratas, capitalistas, liberales, comunistas y autocráticos en sus diversas modalidades, justifican los medios de gobernar. Pero hoy la gente no acepta el populismo demagógico, sino la vigencia de un Estado de Derecho que sea justo, en sus fines de bien común, seguridad y justicia. Más allá del socialismo y más allá de la democracia. Es la búsqueda por convicción de conciencia social y respeto con ética y humanismo conciliar el socialismo y la democracia sin atropellos, sin revoluciones ni tiranías, sin estatismo y sin capitalismo neo-liberal salvaje. La justocracia es la expresión optimista del ideal social.
Los dones fundamentales del ser humano son el libre desenvolvimiento de la personalidad en la libertad de conciencia de cumplir con el deber primero, que exigir derechos sin atropellar a nadie y la resiliencia, que consiste en superar las adversidades en los órdenes de la vida para la convivencia social dentro del arte de ser feliz entre personas, ideas y credos, comenzando por respetarse uno mismo. Los gobernantes que conculcan estos dones no pueden ser considerados socialistas ni democráticos en una sociedad justa, sino, por el contrario, son mesiánicos del “socialyomismo”; yo soy el Estado, yo soy el gobierno y yo soy el pueblo, anteponiendo el socialismo marxista antes que la felicidad de la gente. El socialismo del siglo 21, legado de Marx, es sinónimo de tiranía, anarquía y libertinaje, sin respetar a nadie y burlándose de las personas con desprecio; y el ejemplo lo estamos viendo con las colas para comprar alimentos y medicinas, humillante, de lesa humanidad e injusto.
En la Alegoría Del Mal Gobierno, fresco del pintor Ambrogio Lorenzetti, (1.290) que ilustra la portada de “La Fiesta del Chivo” de Mario Vargas Llosa, dibuja al mal gobierno en tiranía por la soberbia, la avaricia y la vanagloria, la crueldad, la traición y el fraude, el furor, la envidia y a sus pies, la justicia secuestrada e impotente ante el tirano. En la Alegoría del Buen Gobierno, Lorenzetti dibuja a las personas dedicadas a sus labores en medio de un ambiente feliz de seguridad, progreso y de paz ciudadana.
Mi respetable y querido amigo rotario, don Mario Briceño Perozo, en su importante opúsculo “Bolívar y el Ideal Democrático, nos dice: “La democracia no es solo una modalidad política, una doctrina o un sistema de gobierno, es además un estado conciencia de conjugación de voluntades para darle a sus ejecutorias el signo que dicte su pensamiento rector”. Es la búsqueda de lo justo, como dice Emilio Camus, prologuista de El Juez, de la obra de Rudolf Stammler. La justocracia, es ante todo, una reflexión para el ejercicio de gobiernos que deben ser promotores, coordinadores y guardianes del bien común, la seguridad y la justica, para la mayor suma de felicidad y la paz colectiva en una sociedad justa.
Más socialismo y más democracia, éticas y humanistas, en conciliación, evolución, conciencia y respeto es la justocracia, el poder de lo justo, hacia el ideal social que es la paz en un Estado de Derecho Justo.
Cesáreo José Espinal Vásquez
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