En el capítulo 4, versículos 3 y 4 de la Segunda Epístola a los Corintios podemos leer: “Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto, en los cuales el dios de éste siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.
Nótese que en el texto anterior hablamos de un dios en minúscula y de un Dios en mayúscula, porque el primero es Satanás y todos los demás dioses del mundo, mientras que el segundo es el Dios verdadero, el creador de todo lo que existe, el Todopoderoso, Soberano, Supremo, Eterno, Rey, Santo Salvador, Padre y Señor.
Cuando en la Biblia se le menciona como el dios de este mundo, es porque en los actuales tiempos el enemigo es quien está ejerciendo el poder sobre gran parte de la humanidad, aquella que aún no está libre del pecado porque no ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, como su verdadero Dios.
Sin embargo, esta situación lo ha permitido el mismo Dios y continuará hasta el fin de este mundo, tal como se puede leer en el libro de Apocalipsis, capítulo 19 versículo11 y capítulo 20, versículo 10
Quienes que no someten su vida a Jesucristo y se van por falsas doctrinas oyendo a falsos maestros, son cegados por el diablo para que no vean la verdad del evangelio y no sean salvos.
Por eso el apóstol Pablo nos dice. “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos y renovaos en el espíritu de vuestra mente”, versículos 22 y 23, capítulo 4 de Efesios.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios. Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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