El alcalde de El Hatillo quiso decir otra cosa; seguramente quiso decir que en Venezuela existe química, mucha química y ¡allí sí le daría la razón!
David Smolansky está loco. Definitivamente loco. No otra cosa se puede pensar de alguien que pretenda hacer creer al mundo que la revolución bolivariana porta armas químicas, y que además las tiene a tirito para usarlas contra los cabeza hueca que como el propio Smolansky lo que necesitan es un par de nalgadas con hoja de tuna y alambre púa.
Dándole el beneficio de la duda y ya que estamos en tiempos de Semana Santa, me atrevo a creer que el alcalde de El Hatillo quiso decir otra cosa; seguramente lo que aspiró indicar es que en Venezuela existe química, mucha química y ¡allí sí le daría la razón!
Existe química, entre un pueblo y un Gobierno que tienen claridad del destino a construir lleno de justicia y paz.
Existe química hacia quienes siempre fueron los más vulnerables y que apenas en seis años ya son propietarios de más de millón y medio de casas dignas.
Existe química hacia quienes antes tenían que hacer huelga de hambre y arriesgar la vida para poder hacerse de una carrera universitaria.
Existe química hacia quienes siempre fueron considerados seres de tercera categoría y gracias a la ley desarrollan sus capacidades en la más absoluta normalidad, carcajeándose de su supuesta discapacidad.
Existe química hacia los deportistas, quienes ahora sí compiten precedidos de la preparación idónea sin pedir zapatos prestados.
Existe química hacia las niñas y los niños quienes pueden disfrutar de parques en numerosas calles, avenidas y bulevares sin que sus padres deban desangrar sus bolsillos por tal disfrute.
Existe química hacia la mujer, que dejó de ser un objeto y ahora encabeza todas las movilizaciones que en el territorio se organizan en defensa de la paz del mundo.
Y existe química hacia babosadas como las de Smolansky, quien en otro país ya estuviera de pata y cabeza en la prisión por haberse atrevido a usar la lengua para derramar semejante diarrea verbal.
Ildegar Gil
aporrea.org