La tranquila comunidad rural de El Yagual, asentada en la carretera Cúa-San Casimiro, ha cambiado su cotidianidad. Los lugareños viven con el alma en vilo, mientras que los delincuentes que operan en la zona imponen el terror, lo que deja en estado de indefensión a estas familias del municipio Rafael Urdaneta.
A sangre y fuego
Los hampones son nativos del lugar. En su mayoría son jóvenes que nos superan los 30 años de edad. Han crecido entre sus vecinos, quienes hoy les temen y les muestran “respeto”; que no se han ganado, sino que lo han impuesto con sus manos bañadas de sangres y armas que empuñan ante las miradas atónitas de los pobladores.
“Algunos de estos muchachos son nuestros ahijados, sobrinos y primos, que se han convertido en peligrosos delincuentes, como muestra de la descomposición social que atraviesa Venezuela, y Cúa, no escapa a esta realidad”, contó un parcelero de la zona, quien por razones obvias pidió mantener en reserva su identidad. El hombre, quien ya muestra en su rostro unas cuantas arrugas y las manos avejentadas por el trabajo de campo, señaló que esta situación es compartida entre el Estado y las familias. “La pobreza sumada a la falta de políticas sociales, que permitan que los niños pasen a una etapa juvenil y después se conviertan en hombres de bien, es la causa de que el mal haya ganado terreno en estas tierras que antes eran productivas”, dijo el conuquero.
Los habitantes esperan que la situación, que en los últimos años ha teñido de sangre el asentamiento campesino, cambie cuanto antes.
Ellos son:
Entretanto, de fuentes policiales pudimos conocer que el líder del grupo delictivo es un sujeto apodado “El Doble”, quien está plenamente identificado por las autoridades. Éste, tiene a su mando un batallón armado. Poseen armas largas y cortas. También, tienen granadas.
En la banda delictiva además están: “El Pipí”, “El Júnior”, “Cara cortada”, “El Píroca”, “Coco”, “El Johan”, “El Jefferson”, “El Eleazar”, “El Jhoncito” y “El Ángelo”.
A poner orden
Corresponde a las autoridades gubernamentales y policiales retomar el control de El Yagual, para que la paz y la tranquilidad regresen a esta comunidad agrícola. Las familias humildes de la zona ruegan que sus derechos sean garantizados por el Estado venezolano y que estos delincuentes terminen tras las rejas. Es el mayor deseo de los afectados.
MIP-TUY / Jean Carlos Rodríguez
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