Vicente Mayorca tiene 28 años y requiere un coctel de medicamentos para no rechazar el riñón y el hígado que le donaron
Cuesta arriba ha sido para los pacientes renales tomarse los medicamentos que requieren para no rechazar los órganos donados (inmunosupresores), es por ello que solicitan al Gobierno venezolano que se abra un canal humanitario, ya que sus vidas corren peligro.
A la situación de la escasez de medicinas se suma la falta de materiales médicos y las condiciones en las que se encuentran los hospitales. Ambas problemáticas han sido denunciadas desde hace meses, pero siguen siendo un dolor de cabeza para quienes requieren atención.
Vicente Mayorca forma parte de la Organización no Gubernamental (ONG) Amigos Trasplantados de Venezuela (ATV) que se encarga de dar apoyo integral a quienes han recibido o esperan por un trasplante de órganos.
Cuando era niño le hicieron un trasplante de hígado, tras ser diagnosticado con el Síndrome de Alagille, una enfermedad genética que afecta al hígado, al corazón y otros sistemas. Luego, a los 23 años, su madre le donó un riñón. Actualmente tiene 28 años y es uno de los miles de enfermos renales del país que teme morir por falta de medicinas.
“Desde hace siete meses no llega al país Certican de 0.5mg, que es un inmunosupresor que controla mi sistema inmunitario y si no lo tomo puedo morir en cualquier momento, al rechazar los órganos. Este medicamento es entregado a los pacientes a través del Instituto Venezolano del Seguro Social (IVSS), pero nos dijeron que el Gobierno no tiene los recursos para importarlo”, explicó el paciente renal, quien desde hace quince días no toma este fármaco que se cotiza en Estados Unidos en 1.900 dólares. “Un monto imposible de cancelar”, comentó.
Prograf y Prednisona son los otros dos medicamentos que completan el tratamiento del joven. El primero llegó al IVSS en enero de este año, pero solo alcanza para dos meses. El segundo costaba en el mercado 2 bolívares y actualmente se cotiza en Bs. 200.000, pero no hay.
“La situación de los pacientes trasplantados es grave, porque en cualquier momento podemos rechazar los órganos y nuestras vidas se apagarán lentamente. Yo apenas tengo 28 años y no quiero morir, sin embargo, ante la falta de fármacos, ya comienzo a sufrir las consecuencias médicas y mi cuerpo se debilita”, señaló Mayorca, quien además integra la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida).
En el año 2013, a Miguel Rodríguez le trasplantaron un riñón, luego de padecer quistosis renal. Tenía para ese entonces 40 años. Su coctel de medicinas incluye un total de 13 pastillas al día, entre ellas, una para la tensión, pero conseguirlas es toda una odisea.
“Yo estoy vivo gracias a que tengo parientes en Colombia, México y Chile que me envían los inmunosupresores”, destacó Rodríguez, al mencionar que hace un par de meses duró cuatro días sin medicarse y comenzó a presentar fiebre.
El temor de Rodríguez es que ante la falta de medicamentos su organismo empiece a rechazar el riñón que le donaron y regrese a las diálisis, por ello, al igual que Mayorca, cree que debe abrirse un canal humanitario, antes de que mueran más venezolanos.
MIP-TUY Agencia
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