El vitíligo o también conocida como leucodemia es una enfermedad cutánea, crónica y no contagiosa, que provoca la formación de «manchas» o áreas pigmentadas en la piel. Se produce debido a una alteración que provoca la destrucción de los melanocitos –las células que producen la melanina que da color a la piel- y, por lo tanto, hace que ésta se despigmente.
Estas manchas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, generalmente de manera asimétrica, y pueden extenderse o permanecer sin alteraciones, según el tipo de vitíligo. La tonalidad de las manchas dependerá del color natural de la persona: si el paciente tiene la piel oscura, tendrá pigmentaciones rosadas y si la piel es clara, presentará manchas blancas.
Hoy en día, se desconoce la causa por la cual aparece el vitíligo, pero se cree que puede estar relacionada a problemas inmunológicos, estrés o algún acontecimiento determinado como una quemadura, etc.
Las manchas suelen aparecer de forma circular o de distintos tamaños; algunas veces se presentan por medio de parches de despigmentación que se juntan y toman formas imprecisas. Los lugares del cuerpo en donde son más recurrentes las manchas son: las manos, los pies, las rodillas, los codos y el rostro.
En algunos casos, el vitíligo se comporta de distintas maneras en otros pacientes: como lesiones pequeñas que estabilizan por meses en esa misma zona o como manchas que pueden avanzar rápidamente por todo el cuerpo en pocas semanas.
Se estima que entre 1% y 2% de la población sufre de vitíligo; generalmente en edades inferiores a los 20 años y superiores a las 50; aunque hay especialistas que indican que puede aparecer a cualquier edad. Al ser una enfermedad muy visible a nivel de la piel, suele afectar psicológicamente a quien la padece.
Afortunadamente, existe una alternativa que ofrece buenos y eficaces resultados para las personas con vitíligo: la micropigmentación. “Este procedimiento trabaja con técnicas de camuflaje en varios tonos de color que se mezclan entre sí y se implantan en la piel por medio de agujas y maniobras específicas a nivel subepidermal. De esta forma, se logra igualar el tono de la piel en tan solo tres sesiones, comenzando desde la parte más clara de la piel”, explica Raquel Díaz Casado, especialista en dermatocosmiatria hospitalaria y micropigmentación paramédica.
El objetivo de esta técnica es corregir, modificar, embellecer y equilibrar de forma semipermanente determinados rasgos faciales o corporales a nivel epidérmico.
“La micropigmentación no es dolorosa y no tiene ningún efecto secundario; siempre y cuando se trabaje correctamente. Es una técnica muy superficial, por lo cual no conlleva a que el paciente tenga algún tipo de sangrado o hematoma”, afirma, Díaz Casado.
Sin embargo, es importante que cada paciente, después de ser sometido a esta técnica, tenga que esperar a que el tejido cicatrice correctamente por unos 40 días. De esta forma, la piel se regenerará y reconocerá el pigmento. A esta etapa, se le conoce como fagocitación. A su vez, se recomienda que, luego de un tiempo, el paciente vuelva para un reforzamiento. En muchos casos, son tres sesiones o algunas más para lograr un resultado natural. Todo el proceso puede tomar muchas veces de tres a cuatro meses.
Los pacientes que se sometan a este tipo de tratamientos en la piel y estén en recuperación, deben evitar rascarse la zona tratada para no cortar el proceso de cicatrización. También es recomendable no utilizar ningún tipo de maquillaje como autobronceadores por 40 días y protegerse del sol sin utilizar protector solar las primeras seis semanas después del procedimiento.
Otra recomendación relevante es lavar la zona intervenida después de 48 horas de haberse realizado el procedimiento y evitar bañarse en la piscina o en el mar hasta que la zona esté totalmente cicatrizada.
“Es importante aclarar que es un tratamiento temporal, pues los pigmentos implantados se van absorbiendo con el tiempo. Su duración dependerá del estado emocional del paciente”, aclara la especialista Díaz Casado.
Nota de prensa