En estos momentos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH), es casi imposible realizar una hemodiálisis aguda en algunas zonas del país, lo que implica que los pacientes que lo requieren deben ser trasladados a distancias promedio de 400-500 kilómetros, a hospitales y clínicas privadas en otros estados
Tras ser presentados los resultados de la Encuesta Nacional de Hospitales (ENH), que monitorea los principales centros de salud pública en el ámbito nacional, los resultados no son nada alentadores. Sigue de capa caída la atención hospitalaria.
Entre noviembre de 2018 y septiembre de 2019, el período de observación, se conoció que 58 % de los servicios de rayos x estaban inoperativos.
En la ENH se reporta que más de la mitad de los hospitales de referencia en el país no tienen capacidad para realizar uno de los estudios más frecuentes para el diagnóstico de los pacientes, como es una placa de tórax.
Se ven perjudicadas las personas que entran en los puestos de socorro con una afección respiratoria, con una caída y los que están en un plan quirúrgico. Un diagnóstico básico como ese lo tienen que hacer en centros privados, a un costo que supera los tres salarios mínimos.
Durante la realización de la Encuesta Nacional de Hospitales, que avalaron la Asamblea Nacional, la Academia Nacional de Medicina, la Sociedad Venezolana de Medicina Interna, la Sociedad Venezolana de Pediatría y Puericultura y la Sociedad Venezolana de Cardiología, determinaron, además, que hubo una disminución importante en la operatividad de los servicios de rayos x durante los apagones ocurridos entre abril y junio de 2019.
Los tomógrafos y resonadores magnéticos fuera de uso. Uno de los datos más preocupantes y que se ha repetido en las otras encuestas de hospitales es que estos equipos están paralizados. En el lapso estudiado, 85,6 % de los servicios a escala nacional no estuvieron operativos. Solo 10 % de ellos reportó funcionamiento completo.
Los pacientes, en vista de esa precariedad, salen a dar vueltas por los centros privados. Una tomografía con contraste de tórax, abdomen y pelvis puede costar más de 6 millones de bolívares. Ese estudio es muy demandado para saber cómo están los órganos en caso de una operación oncológica, y en ninguno de los centros públicos lo realizan en estos momentos.
Laboratorios quebrados
El monitoreo arrojó que el promedio nacional de inoperatividad (servicio cerrado durante toda la semana) es de 55 %, mientras que la operatividad es de 16 %.
Los laboratorios tienen un comportamiento similar al servicio de rayos x, especialmente en las fechas alrededor de los apagones. Durante esos meses ningún hospital reportó funcionamiento con normalidad.
Un servicio de laboratorio ofrece desde los estudios más básicos hasta los más complejos, desde un perfil 20 hasta una serología. Pero no están haciendo pruebas de sangre, de sarampión y no hay posibilidad de realizar la serología diagnóstica para hepatitis A.
Si funcionan lo hacen solo para una hematología básica. Hay centros de salud que incluso piden el tubo para recoger la muestra que, en el mercado, cuesta 5000 bolívares.
Diálisis sin agua
En esta oportunidad este servicio se incluyó en el reporte. En Venezuela los pacientes que requieren soporte dialítico se dividen en dos grupos, uno es el de los que necesitan diálisis crónica debido a una enfermedad renal terminal y deben dializarse 2-3 veces por semana.
Otro grupo es el de los pacientes que presentan condiciones agudas debido a un evento de emergencia, como por ejemplo, septicemia, politraumatismos, obstrucción de vías urinarias.
En Venezuela se diagnostican anualmente entre 800 y 1.500 nuevos casos de enfermedad renal, de los cuales una gran proporción ocurrirá a expensas de procesos agudos que van a requerir el apoyo hemodialítico inmediato en un hospital. La disponibilidad de este servicio en las emergencias es un requerimiento de los centros de salud pública del país de los niveles III y IV.
Los datos del monitoreo reportan que en 18 % de los centros de salud los servicios de diálisis aguda no están operativos, con una tendencia clara en los estados periféricos (Amazonas, Delta Amacuro y Apure).
En estos momentos, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Hospitales, es casi imposible realizar una hemodiálisis aguda, lo que implica que los pacientes que lo requieren deben ser trasladados a distancias promedios de 400-500 kilómetros, a hospitales y clínicas privadas en otros estados.
Menguados en recursos humanos
Se hizo una cuantificación del personal que trabaja en áreas de emergencia por turnos. Se observó un registro de entre 13 y 16 enfermeras que cubren el servicio diurno, 10 y 11 el nocturno, y entre 9 y 10 médicos por turno de 24 horas, quienes atienden las necesidades generadas por las 30-39 camas que, en promedio, tienen los servicios de emergencia de los hospitales objeto de la encuesta, lo que resulta en una media aproximada de 5-7 camas de emergencia por cada médico y enfermera.
Otro dato relevante es que gran parte de las emergencias del país operan con médicos en plena formación (residentes). Algunos son médicos generales que tienen poco acompañamiento de especialistas en emergencia, en terapia intensiva, medicina interna o cirugía general.
Médicos integrales
Igualmente, los médicos integrales comunitarios, que originalmente cubrirían la atención ambulatoria, han sido incorporados a labores hospitalarias de alta complejidad, para las cuales no están formados.
Actualmente, por cada 10 médicos en las emergencias venezolanas, 8 son generales y 2 son integrales. Las consecuencias de esto, para la calidad de la atención al paciente, no son difíciles de prever.
Los datos que presentó la Encuesta Nacional de Hospitales evidencian severas fallas en los equipos de apoyo diagnóstico, lo que afecta la capacidad para realizar desde los estudios más básicos hasta los más complejos en los hospitales del país, y pone en riesgo la vida de miles de pacientes. Muchos están obligados a costear, incluso en dólares, sus exámenes e insumos. Eso sin contar con que también deben pagar el agua en los centros de salud pública.
Mabel Sarmiento/Crónica.Uno