Los movimientos sociales están confrontados por la penetración de ideologías de izquierda que rechazan al liberalismo y al libre mercado como ingredientes necesarios al desarrollo de los pueblos
Se sienten vientos de cambio inminentes en América Latina. Toda ella, en su conjunto, está convulsionada por los movimientos sociales que son revelados por los desequilibrios generados localmente, por las élites gobernantes que, en su accionar ideológico, se han olvidado de los problemas de las gentes, que se sienten, algunas veces engañadas, en otros casos decepcionadas, de aquellos que con dádivas proselitistas han tomado las conciencias con una retribución menos que consecuente con el beneficio otorgado, el derecho a gobernar y hacerse del poder político, dizque para el beneficio del pueblo, en tanto que en la práctica han resultado para el beneficio de la élite gobernante, poniendo a prueba a los pueblos en su capacidad de resistencia en silencio. Por ello no es de extrañar los procesos políticos convulsos que se observan en casi todos los países hermanos de América. Los movimientos sociales están confrontados por la penetración de ideologías de izquierda que rechazan al liberalismo y al libre mercado como ingredientes necesarios al desarrollo de los pueblos y a su independencia económica, por lo que dan muestras de rechazo a los gobiernos con líderes que han perdido la confianza de sus pueblos. Puede esgrimirse la influencia de sectores extremistas con capacidad política y económica para movilizar una militancia en contra de ese orden, como manifestación de externalidades regionales, emergentes de los desequilibrios que se están creando a escala regional, como expresión de un intervencionismo ínter regional en Latinoamérica y el Caribe de ideologías foráneas. Por ello, es evidente ese proceso de desorden que estamos presenciando en todos los órdenes de la vida en nuestros países, léase, en lo político, confrontación democracia versus socialismo; en lo económico, léase libre mercado versus centralización económica; en lo social léase unidad familiar versus desunión familiar. Tales efectos ya no pertenecen al ámbito local, sino que se han extendido como externalidades a toda la región de Latinoamérica y el Caribe, con un impacto similar a los vividos por la sociedad europea con efectos devastadores, durante la segunda guerra mundial, cuya reconstrucción a la postre supuso la reunificación de Europa y la reconciliación franco alemana, que dio como resultado la Comunidad Económica Europea en el año 45, que significó un ensayo de regionalización exitoso, porque fue encarado como un esfuerzo unificado compartido, en sus costos elevados y beneficios mínimos, donde la prioridad fue el proceso de rescate de la democracia totalmente violentada por el régimen de la época en todos los Estados de Europa. El hecho es que no hemos vivido una guerra, pero con efectos similares para el grueso de la población, porque estas convulsiones sociales están sucediendo, ignorando los líderes conversos la naturaleza y el alcance de los resultados ya experimentados por nuestros hermanos europeos. Estamos en presencia de una gran oportunidad para fortalecer los vínculos entre los Estados, que nos conduzcan a construir una gran región, constituida por los Estados de América Latina y el Caribe, con criterios unificadores para combatir efectivamente la antidemocracia, que persistirá dinamitando las bases de nuestros Estados, sembrando ideologías foráneas, que nos hacen más dependientes y nos encierran en nuestros temores, mediante la coerción sistemática e inducida en el Estado prisión, como lo sugiere Michel Foucault en vigilar y castigar. De allí la relevancia de una diplomacia activa para el rescate de la democracia y la formación de una entidad regional con la capacidad de promover los equilibrios necesarios para lograr ganar la confianza de las masas, fomentando las bases para una integración regional duradera, que nos empuje hacia caminos ciertos de desarrollo, progreso y bienestar.
RECUADRO
¿Cómo hacer que esto funcione?
Mientras las élites tradicionales se disputan el poder, el pueblo está padeciendo por la violencia institucional. La integración regional es el recurso para contener las causales de los desequilibrios y restablecer el orden, con medidas de coordinación y cooperación inter-estatal para el restablecimiento de los equilibrios, mediante acuerdos impulsados por la reciprocidad de los resultados, tanto en los beneficios como en las pérdidas, mediante un régimen de estímulos y penalidades que garanticen el restablecimiento de los equilibrios en la región.
Ángel Arístides Pérez Herrera