Los maestros se apoyan en otras actividades para generar ingresos que les permitan sobrevivir. “Toda la estructura de desempeño profesional docente ha sido liquidada desde la formación hasta la remuneración”, dice Luis Bravo, doctor en Educación. Este miércoles 16 de septiembre, según el gremio docente, apenas 10 % de la planta de profesores en el país acató el llamado a iniciar el año escolar
Muchos docentes no están enviando el plan de estudio ni las guías por WhatsApp a sus estudiantes. Están batiendo una torta, jugando videojuegos en Internet para ganar dinero o intentándolo todo para sobrevivir, menos dando clases. Los gremios y sindicatos aseguran que se mantiene la decisión de no incorporarse a las aulas este 16 de septiembre al nuevo año escolar 2020-2021.
“Yo no regreso al aula ni presencial, ni ‘online’. No regreso a dar clases”, dice Lissette Salazar, maestra de preescolar en la Escuela Experimental Venezuela en Caracas. Quizá ahora mismo esté batiendo la mezcla para tortas, actualizando en su estado de WhatsApp los cosméticos disponibles para la venta o tomando nota de la lista de productos que algún vecino le encargó para salir a comprarlo.
Los dirigentes sindicales indican que apenas 10 % de la planta docente en el país inició clases a distancia este miércoles. Gricelda Sánchez, secretaria de contratación colectiva y reclamos del Sindicato Venezolano de Maestros (SVM) del Distrito Capital, dijo que esperan que se abra la discusión del contrato colectivo en el que exigen como “piso salarial 600 dólares”.
Con un salario de 326.000 bolívares quincenal, menos de un dólar, Salazar está decepcionada. Le inquieta que sus cuatro hijos la miren haciendo cualquier actividad comercial, menos educar. “Están desanimados, porque por más que le pongo ganas, ellos están cansados y me preguntan para qué seguir estudiando si mis títulos no sirven de nada. Yo no les puedo responder”.
Desde que se inició la cuarentena en el país ella ya no pudo viajar a Colombia para traer encargos de ropa. “Empecé a hacer ‘brownies’ en bandejas y a vender en la avenida principal de El Cementerio. Vendo ropa y accesorios. Hago de todo un poco. Lo que mis vecinos, amigos y familiares necesitan yo voy, lo compro y se los vendo”, cuenta.
Salazar tiene en casa un celular inteligente y conexión “wifi”. Se niega a tener que utilizarlos para dar clases: “No lo compré con el sudor del trabajo como maestra, sino trabajando en la calle”.
Luis Bravo, doctor en Educación en la Universidad Central de Venezuela, asegura que hay una descomposición general de la actividad profesional, que se hace más notable en la Educación. “La profesión docente prácticamente ha sido aplastada socialmente. El propio sistema escolar se ha desplazado hacia el Sistema Patria, dependen de los consejos comunales, cajas CLAP. Toda la estructura de desempeño profesional ha sido liquidada desde la formación hasta la remuneración”, dice Bravo.
La contratación colectiva de los maestros no se cumplió. Ya venció y las deudas persisten: 280 % de aumento salarial y sus incidencia, HCM, seguro funerario. Dicen estar desprotegidos. Antes de la pandemia, era difícil retener un maestro en el aula de clase, con la cuarentena es casi imposible ver a muchos dar clases detrás de una pantalla. No solo la brecha digital deja a muchos por fuera, deben buscar la manera de sobrevivir.
“Con un videojuego”…
El 9 de mayo, Tamara Pérez, coordinadora del Departamento de Evaluación y Control de Estudios del Liceo Altagracia, en Guárico, encontró un salvavidas: jugar World of Warcraft clásico. Es un juego por Internet que consiste en crear un personaje, alcanzar el nivel 36 y empezar a recoger objetos que valen en oro. Lo recolectado se subasta y el dinero se acumula en una mochila.
Pérez tiene 49 horas en el liceo y es especialista en Lengua y Literatura, además de una Maestría. Su salario quincenal es de un millón de bolívares, unos 3 dólares. De lunes a viernes dedica aproximadamente 10 horas a este juego. “En una semana gano entre 10 y 12 millones de bolívares. Con eso es que estamos solventando para comer y que no nos haga falta nada en el hogar. Así también están otros cinco colegas”.
Para comer y cubrir gastos, Pérez comenzó a vender sus cosas: una cerámica, secador y plancha de cabello. “Pensé que me iba a quedar sin nada si seguía así”. Cree que perdió 20 años de servicio como educadora para terminar jugando en Internet. “Nunca pensé que de esa forma iba a tener el dinero para comer. Con un videojuego gano más que dando clases”.
La conectividad a Internet le suele fallar, pero no le importa tener que cargar la página una y otra vez. Aunque se fastidia de revivir el personaje cuando lo matan, dice que eso es lo que la ha ayudado a comer.
Desde antes de la pandemia, los maestros se valían de otras actividades para obtener ingresos. Tulio Ramírez, doctor en Educación, explica que los docentes ocupan el tiempo siendo “uber”, haciendo “delivery”, vendiendo por Internet. “El maestro sabe que en la docencia no va a lograr una mejor remuneración ni siquiera dando clases particulares”. La opción de estudiar Educación ha perdido su valor. Ramírez afirma que los estudiantes piensan que con esa carrera “no tendrán muchas posibilidades de sobrevivir”.