En Washington hubo una fiesta. El sueño hecho realidad.se pudo realizar . Por primera vez en 95 años, los Nationals de la capital de Estados Unidos ganaron la Serie Mundial de Béisbol
Los Nationals hicieron historia en la noche del miércoles en Houston. Jugaban fuera de casa. La gesta no fue menor. Los de Washington se impusieron a los Astros por 6 a 2 en el séptimo partido de una final de béisbol que fue agónica y se alargó hasta siete partidos. Con otro dato para los récords: los Nats convirtieron en el primer equipo en toda la historia de las Grandes Ligas en conquistar el título ganando todos los juegos en condición de visitante.
Quién lo iba a decir cuando en mayo pasado, las probabilidades de que algo así sucediera eran del 1,5%. Son varias las generaciones que han crecido sin el preciado título y muchos se temían que esta vez tampoco podría ser, pues el equipo perdió por tres veces seguidas el pasado fin de semana jugando en casa. Y sin embargo, cerca de la medianoche, en el día anterior a Halloween, una multitud exacta de 43.326 espectadores que ocupaban el estadio Minute Maid de Houston contemplaron cómo los visitantes estallaban en saltos, abrazos y cantaban victoria. Parecían niños. Caras llenas de felicidad y golpes de pecho entre unos y otros. Euforia. Lágrimas de las buenas, de felicidad. Scherzer saltaba sobre Strasburg. Cabrera sobre Zimmerman. Soto celebraba con Kendrick. Suzuki con Adams. Hudson sobre Gomes…
La coronación en Houston (Texas) tenía su reflejo mimético en Washington. A más de 2.300 kilómetros de distancia y en un huso horario diferente, la ciudad reventaba de felicidad. Niños sin horario para irse a la cama a pesar de que era día de escuela. Ancianos que tenían el vago recuerdo de que en 1924, el equipo de la capital, entonces llamado Senators, ganaba la Serie Mundial a los New York Giants. Seguidores en las calles en una noche mágica y eléctrica, en una ciudad maltratada por la política que se merecía un descanso.
Se oía el estruendo de los fuegos artificiales que sucedían al noroeste de la ciudad. Bares repletos de gente celebrando la certeza de que lo imposible, a veces, es posible. Dicen los diarios que un hombre corría desnudo por las calles adyacentes a Capitol Hill. Alrededor de la Casa Blanca, un nutrido grupo de simpatizantes de los Nationals se mostraban poco simpáticos con el presidente en ejercicio y le dedicaban palabras subidas de tono. “Me encanta esta ciudad”, reportaba al respecto a través de su cuenta de Twitter Charlotte Clymer, texana, responsable de comunicación de HRC, el mayor grupo de defensa y lucha por el colectivo LGBTQ.
Donald Trump ha sido un espectador relegado a un segundo plano en esta victoria. En el quinto partido de la Serie, en el estadio National Park, al sureste de la ciudad, a lo largo del río Anacostia, el célebre cocinero español José Andrés fue el invitado elegido para hacer el lanzamiento de honor del primer saque. Donald Trump observaba desde la tribuna de los invitados. Durante un momento, el presidente respondió con una sonrisa a las exclamaciones del público. Hasta que comprobó que el murmullo era un largo abucheo. La sonrisa se tornó en mueca.
Poco importaba la lluvia. No dejó de caer en toda la noche y prosiguió hasta bien entrada la madrugada. El estadio de los Nationales repartió 36.000 entradas para que quien lo deseara pudiera ser testigo de la futura victoria a través de una pantalla gigante. El graderío se convirtió en un estruendo atronador cerca de la medianoche. Un joven se rasgaba la camiseta y se lanzaba al suelo resbalando sobre la lluvia.
La alcadesa de la ciudad, Muriel Bowser, celebraba la gloria a través de Twitter. Con el anuncio de un desfile este sábado a las 2 de la tarde (hora local), la regidora consolidaba la extensión de la fiesta. Cerca del ayuntamiento, el conductor de un autobús no quiso perderse la celebración que mantenían los peatones en la calle. Echó mano del freno y descendió del vehículo para ejercer el baile de la victoria entre vítores y teléfonos móviles que le grababan. Concluida su aportación a la gloria colectiva, el hombre volvió a conducir su autobús.