La falta de presupuesto, el alto costo de la vida, la falta de comida, atentan contra los hogares que albergan a los viejitos venezolanos
Como prometimos, hoy hablaremos del grave problema que viven las Casas Hogares que prestan sus servicios al Instituto Venezolano de los Seguros Sociales y la falta de interés que el Estado Venezolano le presta a tan importantes prestadores de un Servicio Social en nuestro país.
Los altos costos
Como es del conocimiento de toda la colectividad venezolana, los insumos que deben ser adquiridos por estas instituciones han aumentado de precio en forma desorbitante y a pesar que el Estado conoce el problema y utiliza sus servicios, no le presta ningún tipo de ayuda y mucho menos la colaboración y la búsqueda de soluciones debidas para que puedan subsistir.
Lo grave es que no cuentan con las facilidades de poder atender los continuos y desmedidos aumentos de sueldos, que alegremente decreta Nicolás Maduro, y tampoco esas Casas Hogares disponen del dinero necesario para adquirir los productos básicos para brindarles a los pacientes la alimentación y la limpieza, ya que ahí no llegan los Clap y deben comprar comida a los bachaqueros.
Es necesario tener presente que los ancianos deben tener un régimen de alimentación balanceado y completo. Eso se reduce a las tres comidas diarias más la merienda y deben ser en base a una dieta determinada. Para aclarar este punto debemos tener presente que un anciano no sabe, ni le interesa la llamada guerra económica. Ellos solo tienen claro que tienen hambre, un hecho real que debe ser atendido en su momento y con el orden debido, para no generar problemas de mayor intensidad, como la pérdida de la vida por desnutrición ¿Esto lo sabrán los genios del Seguro social?
Altos impuestos
Esos lugares, aunque sean privados, no deben medirse como una empresa productora de dinero. Creemos que el gobierno no se ha dado cuenta que ellos prestan una labor social. Las Casas Hogares deben mantener un personal calificado y de primer orden para satisfacer las necesidades físicas, mentales y de salud que requiere un anciano. Hablamos de médicos, enfermeras, personal de cocina, de mantenimiento, insumos hospitalarios para cubrir cualquier eventualidades y un servicio de enfermería las 24 horas y los 365 días del año, alquileres de los locales donde funcionan, luz, teléfono, derecho de frente…
Pensamos que, de una buena vez, el Estado, como ente rector, debe girar instrucciones para que los Clap lleguen primero a estos ancianos, minusválidos y discapacitados que a cualquier otro sector país. Ellos no tienen cómo valerse por sí solos y ya cumplieron su misión en la vida. Creemos seriamente que deberían ser exonerados de todos los impuestos, sean estos nacionales o regionales, y ayudarlos con el pago de electricidad y teléfono o por lo menos fijarles tarifas preferenciales. También deben meterles la mano en la compra de los insumos para su funcionamiento y lo más importante revisar el monto que les paga hoy el gobierno por cada uno de los pacientes que se encuentran bajo esas instituciones contratadas por el Seguro Social.
Sería interesante ir y comprobar la carencia en estos centros de cuidado al adulto mayor, personas minusválidas y discapacitadas y notarán las angustias que viven para poder brindarles el servicio que requieren los pacientes. Lo que sí será fácil es comprobar la calidad humana y el amor del personal que labora en dichas instituciones hacia todos los que conviven en las Casas Hogares.
Lo que se debe tener presente es la conciencia del problema social y a nivel nacional, en torno a lo que significaría el cierre de estos lugares de atención a los ancianos, minusválidos y discapacitados, en primera instancia para el usuario y luego para los familiares, que son, sin lugar a duda, de muy pocos recursos económicos, ya que los que tiene dinero pueden pagar los altos costos que amerita una Casa Hogar para que le den una atención digna de un ser humano a sus seres queridos y eso jamás lo podrán pagar los familiares que se ven obligados a solicitar los servicios del Seguro Social. Recordemos que al Seguro Social le corresponde atender la seguridad de los venezolanos.
Uno de los responsables de una Casa Hogar nos manifestó: “Sería bueno que el gobierno tenga presente que un hogar de ancianos, minusválidos y discapacitados, como somos los que atendemos a los pacientes remitidos por el Seguro Social, no es un negocio, es una acción social que beneficia al paciente pobre, a sus familiares y al Estado venezolano, pero si no podemos lograr cubrir los gastos mínimos para atender a los pacientes, con la dignidad que se merece un ser humano, nos veremos obligados a cerrar y las consecuencias serían muy graves para el país y los más necesitados sufrirían secuelas no previsibles, sobre todo las familias de escasos recursos.
Continuará la próxima semana…