El diccionario define la palabra estéril como algo que no produce nada. La misma palabra la podemos aplicar a nuestra vida, cuando somos seres humanos sin ningún tipo de fruto.
Pero Dios quiere que seamos fructíferos y por ello nos dejó mensajes en las Santas Escrituras que nos hablan del tema, como podemos leer en Génesis capítulo 1 versículos 27 y 28: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y hembra los creó Y los bendijo Dios y les dijo: fructificaos y multiplicaos…”.
Como podemos entender, Dios habla aquí de formar una familia, procrear hijos, tener descendencia.
Sin embargo, hay algo más importante que Dios demanda de nosotros y es que demos frutos espirituales.
¿Y cómo podemos lograr estos?. Veamos lo que nos dice Jesucristo en el evangelio de Juan, capítulo 15 versículos 4 y 5: “Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mi y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí, nada podéis hacer”.
¿Y cuáles son los frutos que Dios espera de nosotros?. La respuesta está en la Epístola a los Gálatas, capítulo 5, donde Pablo habla de un tema titulado Las obras de uula carne y el fruto del Espíritu.
En la próxima columna conoceremos más de este tema, que nos puede ayudar a vivir una vida acorde con los deseos del Padre Santo y glorificando a nuestro Salvador y Señor Jesucristo.
Ser cristiano no es profesar una religión, es tener una relación personal con Jesucristo, como Salvador y Señor de nuestra vida. Dios te bendiga y te guarde. Hasta la próxima entrega de La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988) fablistana73@gmail.com