Quienes defendemos los derechos humanos alimentamos nuestras fuerzas y ganas en las más diversas formas de llevar a cabo esa lucha y de manifestar su compromiso por la justicia y la paz. La participación ciudadana en los asuntos públicos busca siempre causar un impacto tal, en el que las personas y los pueblos se sientan zarandeadas y zarandeados y tomen conciencia de sus malas acciones y el daño que causan con su proceder al resto de la humanidad y de todo lo existente.
Desde hace millones de años el recurso más valioso y más poderoso para hacer el bien es la Palabra. “Al principio era la palabra… Ella era la luz verdadera, la luz que ilumina [a toda mujer y] a todo hombre y llegaba al mundo” (Jn 1,) La palabra desde siempre ha sido invitación y acogida de un mensaje. Dicho mensaje es una propuesta de justicia, de amor, de igualdad, de solidaridad y de fraternidad, en donde las personas y los pueblos se sientan acogidos y amados, en donde la mujer y el hombre sean situados en el centro mismo del mensaje liberador.
Profetas y mística
Pero la humanidad desde la antigüedad ha insistido en no acoger ese mensaje e ir en contra de él. Es por ello que se han necesitado voces fuertes que haciendo uso eficiente de la palabra interpelen a las naciones y a los pueblos y repudien las malas acciones o en términos actuales las violaciones de derechos humanos. De este modo encontramos, al revisar la historia del pueblo de Israel por ejemplo, a los profetas que anunciaron lo que es provechoso para la humanidad pero, al mismo tiempo denunciaron las injusticias y exigieron un cambio.
Así nos encontramos a Isaías, Jeremías, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuq, Sofonías, Malaquías, Juan el Bautistas entre muchos otros que sintieron en lo profundo de su corazón las injusticias de sus pueblos y recibieron una llamada misteriosa atribuida a Dios a denunciar categóricamente las violaciones de derechos humanos que, lejos de construir destruía a la humanidad “Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía y te consagré y te destiné a ser profeta de la naciones” (Jer 1, 5)
Esa llamada atribuida a Dios surge de una experiencia mística en donde la realidad es sentida fuertemente y en donde se descubre lo trascendente, lo que va más allá de la propia realidad, para muchas y muchos profetas, místicos y poetas esa experiencia les invita a algo más, a una acción en concreto. Según Baldomero Jiménez Duque “… la mística es, en definitiva la realización del plan divino sobre el hombre… la mística también es acción, y purísima acción” Cuando esto es comprendido quien recibe la llamada no hace otra cosa que vivir en un estado místico que en palabras de Jacques Maritain es un estado en que la vida y la conducta humana habitualmente son ayudadas por la invisible y secretísima inspiración de Dios.
Místico y profeta
Por ejemplo, el 20 de enero de 1925 nació en Nicaragua Ernesto Cardenal, Poeta, místico y sacerdote católico. Es actualmente uno de los poetas latinoamericano vivo que ha logrado de una manera extraordinaria integrar en su vida la dimensiones de profeta, de místico y de defensor de los derechos humanos. En tiempos de los Profetas Judíos y de los Padres Fundadores del Cristianismo era el denunciar las injusticias, el exigir el derecho de las y los pobres, el buscar transformar las estructuras y sobre todo el de invitar por medio de la Palabra a la transformación de la sociedad la forma de ejercer como profeta.
Ernesto Cardenal no pudo escapar de su realidad y la de su país. Fue en tiempos de la dictadura de Somoza cuando siente fuertemente en lo más profundo de su ser la injusticia y la crueldad de aquel sistema de gobierno que oprimía, torturaba, desaparecía, encarcelaba, y sometía a la miseria humana a su pueblo. Todo esto lo llevó a participar de forma activa en la Revolución de Abril a mediado de 1954 contra Somoza y posteriormente en la revolución sandinista.
Luego de una experiencia mística ocurrida un 02 de junio en donde justo en el instante en que iba pasando la caravana presidencial de Somoza con sirenas por donde él se encontraba sufre un abatimiento espiritual en que “… De pronto el alma siente Su presencia en una forma que no puede equivocarse y con temblor y espanto exclamar “¡Tú debes ser el que hizo el cielo y la Tierra!” (Ernesto Cardenal) Entonces es cuando dice que se rindió a Dios y entró en un Monasterio Trapense en los Estados Unidos en donde su maestro de novicio fue el místico Thomas Merton. Posteriormente sale del monasterio y funda en Solentiname una comunidad laica con campesinos y jóvenes que posteriormente apoyarán al Frente Sandinista de Liberación Nacional y liberarán a Nicaragua de la opresión, saliendo de esa comunidad números mártires de la liberación.
Su formación con Merton, la influencia de poetas como Eraz Pound y José Coronel Urtecho entre otros harán que por medio de la palabra e inspirado por su experiencia de Dios denuncie constantemente las injusticias a la que es sometido su pueblo y todos los pueblos de la tierra a causa del egoísmo y el capitalismo, es así como en sus textos-poemas más famosos como Hora 0, Estrecho Dudoso, Salmos, Epigramas, Canto Cósmico, Oración Por Marilyn Monroe, Oráculo sobre Managua, Canto a un País que nace, Los ovnis de Oro, El Evangelio de Solentiname entre muchos otros denunciará el horror y el sufrimiento y anunciará al mismo tiempo que otro mundo es posible. Bien lo expresa Carmelo Vilda: “Cardenal es místico y poeta. No por eso se aleja de Latinoamérica y sus hombres. Más aún, es la entrega a Dios la que le espolea a afincarse más en su tierra y entre su prójimo víctimas de la sociedad industrial capitalista. Su oficio y aportación será la denuncia…” Hoy a sus 89 años Cardenal es sin duda: “…Leído como uno de los grandes poetas místicos de la humanidad…” (Luis Alberto Angulo) Y ejemplo de denuncia de las violaciones de los derechos humanos a causa de la enfermedad del capitalismo.
Bryan Barrios Grafe
La Voz de los Derechos humanos // Red de Apoyo por la Justicia y la Paz / redapoyojusticiaypaz@gmail.com