Los individuos tienen la capacidad de ascender en cuanto a su status social. Pero existen regímenes políticos que no desean que eso ocurra, evitar el progreso de los ciudadanos es una manera de mantener el poder que usan muchos gobiernos antidemocráticos
Mario Buffone
Los individuos tienen la capacidad de ascender en cuanto a su status social. Sin embargo, existen regímenes políticos que no desean que eso ocurra, evitar el progreso de los ciudadanos es una manera de mantener el poder que usan muchos gobiernos antidemocráticos. Hasta mediados del Siglo XX Venezuela tenía una sociedad con características de muy poca movilidad social, en la cual había una gran masa de campesinos explotados por un puñado de personas pudientes que a su vez controlaban a los gobiernos de turno, pues el derecho al voto estaba restringido a los varones que supieran leer y escribir y estos pocos electores mantenían en el poder a los militaristas que gobernaban desde 1830 y propiciaban esa situación de atraso.
Este era un círculo vicioso difícil de vencer. El 18 de octubre de 1945 sucedió una ruptura histórica pues el general Isaías Medina Angarita fue derrocado y asumió el poder la Junta Revolucionaria de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt. La gestión revolucionaria acometió una serie de acciones para sacar al país del gran atraso en el que lo habían sumido los gobiernos militaristas. Una medida importante fue la creación de la Corporación Venezolana de Fomento (CVF), el 29 de mayo de 1946, cuya función principal fue la creación de empresas a través de créditos con lo cual se comenzó a estimular el nacimiento de la clase media. El 14 de noviembre de 1947 se instaló el II Congreso Sindical Nacional, el cual estaba apoyado por el gobierno revolucionario y donde se organizó la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), organismo que agrupaba la mayor parte de los sindicatos del país; como consecuencia de ello nació la clase obrera organizada. Esta situación de apoyo a la movilidad social se paralizó en 1948 cuando la garra militarista derrocó al primer presidente civil electo por el voto popular, Rómulo Gallegos. Durante casi una década nuestro país vivió otra dictadura militar, presidida sucesivamente por Carlos Delgado Chalbaud, Germán Suárez Flamerich y Marcos Pérez Jiménez, en la cual no se promocionó el progreso de los ciudadanos, sino que su acción se redujo a la construcción de obras de infraestructura de gran tamaño que aún hoy en día confunden el pensamiento. Algunos hoy expresan erróneamente que en esa época se creó la mayor parte de la infraestructura del país y más todavía, llegan a expresar que se planificó casi todo lo que existe hoy en día. Nada más lejos de la verdad, en primer lugar, el desarrollo de un país no puede ser medido solamente por la cantidad de concreto armado que gestione y, en segundo lugar, la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, que se esforzó en construir muchas obras en Caracas y sus alrededores, pero olvidó que existe un país más allá, en el interior, el cual se encontraba en el más grande abandono.
La llegada de la democracia en 1958 impulsó desde el principio, no sólo una gran cantidad de obras de infraestructura, esta vez en todo el país, sino que reivindicó a la sociedad venezolana a través de nuevos estímulos. Además de la CVF y la CTV, se crearon nuevos organismos que permitieron a las clases menos favorecidas permear en forma ascendente y mejorar su nivel de vida. El 22 de agosto de 1959 fue creado el Instituto Nacional de Cooperación Educativa (INCE), teniendo como objetivo principal la formación laboral del personal administrativo y obrero no escolarizado. Con ello adquirían un conocimiento que les permitía ganarse la vida con un mejor ingreso. Otro aspecto que fue fundamental en progreso social fue la expansión de la educación universitaria. Descuidada como fue durante los gobiernos militaristas, hasta 1957 sólo existían 6 universidades en Venezuela y 4 de ellas estaba en Caracas.
La democracia creó 145 instituciones universitarias en todo el territorio nacional. Adicionalmente, el 1º de junio de 1975 se decretó la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho para financiar estudiantes universitarios en el exterior. La disponibilidad de posibilidades de estudio superior trajo como consecuencia que muchos venezolanos pudieron profesionalizarse y ascender en la escala social. Con todas estas políticas se potenció tanto a la clase media como a la clase obrera en una sociedad con mayor capacidad de percolación. Sin embargo, desde 1999 todas estas iniciativas naufragaron con un régimen que generó una política de polarización y enfrentamiento social.
Más grave aún lo constituye la reducción del poder adquisitivo del salario, ya que entre 1999 y 2013 se perdió poco más del 20% del poder de compra de los trabajadores asalariados, el peor desempeño entre los países de Latinoamérica. Esto no es producto de equivocaciones, sino una política deliberada para empobrecer a los venezolanos, habida cuenta que la base política de apoyo al régimen actual está en las clases populares, éste no permitirá la movilidad social porque significaría el fin de su permanencia en el poder. Sin duda alguna, sólo en democracia los ciudadanos pueden progresar en todos los sentidos.