Las nuevas generaciones de dirigentes de las últimas dos décadas de Fedeindustria fuimos capaces de atrevernos, sin miedo, a proponer y apoyar políticas que, el automatismo conceptual de la vieja dirigencia empresarial de este país, tildaban como contra natura
El lema político original proveniente del Manifiesto del Partido Comunista: ¡Trabajadores del mundo, uníos!, está evolucionando como parte de la dinámica política, social y económica de la Revolución Bolivariana iniciada por Hugo Chávez en Venezuela en 1999.
Aunque no pueda darse como un hecho, porque la resistencia es libre y tiene la maña de ser más fuerte que la costumbre, en Venezuela existen hechos concretos que pueden dar fe de que es válida la adaptación del legendario lema del Partido Comunista con que titulamos este artículo: ¡Trabajadores y empresarios de Venezuela, uníos!.
La realidad, los retos y desafíos que demanda el país en el corto, mediano y largo plazo, hace que tengamos que sumar y no dividir clases. Por supuesto, como dicen las ofertas de muchos productos y servicios, nunca debe faltar, un asterisco que aclare: “ciertas condiciones aplican”, porque no todo lo que brilla es oro y es legítimo desconfiar de las apariencias. Pero en Venezuela se ha demostrado fehacientemente que existe una clase media empresarial nacionalista y progresista, básicamente ligada al hecho productivo.
Desde Fedeindustria, asumimos, junto con la Revolución Bolivariana, esta vanguardia, no escatimando los riesgos, prejuicios y lugares comunes que desde nuestra propia clase empresarial y desde otros sectores, nos endilgaron. Rompimos paradigmas y hoy eso rinde sus frutos para el beneficio del país.
Del otro lado de la acera, los trabajadores y muchas de sus representaciones sindicales han entendido que el dogma que establece como condición sine qua non una relación antagónica patrono-trabajador es inviable, pero además si se asume como un credo, impide que las fuerzas productivas se detonen en beneficio de la sociedad en su conjunto.
Las nuevas generaciones de dirigentes de las últimas dos décadas de Fedeindustria fuimos capaces de atrevernos, sin miedo, a proponer y apoyar políticas que, el automatismo conceptual de la vieja dirigencia empresarial de este país, tildaban como contra natura.
Así las cosas, empezamos a proponer públicamente ante el país el aumento del salario mínimo y no esperar a que primero lo haga el Gobierno. Revisamos a Marx en varios foros y talleres, descubriendo, por cierto, que hay coincidencias entre la clase trabajadora y los pequeños y medianos productores, que bien engranadas benefician al colectivo.
Recientemente, vicepresidente de la Central Socialista de Trabajadores, Franklin Rondón, anunció que próximamente se lanzará una alianza estratégica entre empresarios patriotas de Fedeindustria – Confagan y la clase obrera para hacerle frente a la guerra económica y elevar la producción en todos los sectores.
No faltaron quienes desde las bases de trabajadores y trabajadoras cuestionaron al dirigente, según su propia declaración, pero su respuesta, igualmente, no pudo ser más contundente: “…son muy válidos esos acercamientos, porque esta vez no solo es para pedir aumentos de sueldos, sino para ponernos de acuerdo en aumentar la producción”. Estoy seguro, que trabajadores y empresarios, juntos, podemos lograr la Venezuela potencia que anhelamos todos.
Miguel Pérez Abad