La escasa convocatoria, así como la dudosa reputación de unos cuantos de los asistentes, confirmaron que esos recursos económicos, que son tan necesarios para paliar verdaderas necesidades de los venezolanos, fueron echados a la basura
Ya a unos días de distancia de la polémica Cumbre de Países No Alineados, podemos ver el evento con cierta perspectiva. Y aunque en lo general los resultados no difieren mucho de lo que se predijo; abordar el detalle resulta tan tentador como necesario.
Lo primero es que, como se había vaticinado, el Emperador está desnudo. De nada sirvió el costosísimo ejercicio de Relaciones Públicas que pretendía hacer ver que hay apoyo internacional al gobierno venezolano.
La escasa convocatoria, así como la dudosa reputación de unos cuantos de los asistentes, confirmaron que esos recursos económicos, que son tan necesarios para paliar verdaderas necesidades de los venezolanos, fueron echados a la basura.
Hay que recordar que el Movimiento de Países No alineados es en sí mismo anacrónico, si partimos de que su origen fue la desde hace rato histórica guerra fría, por allá por la mitad del siglo pasado.
El nombre de esta agrupación deriva del propósito de los países integrantes de no alinearse con ninguno de los dos grandes bloques de poder que dominaban al planeta en aquel momento: el capitalismo occidental en manos de Estados Unidos y el comunismo de la Unión Soviética.
Con el aparatoso desplome de este último bloque en la última década del siglo XX, el Mnoal perdió el centro de gravedad y su razón de ser.
Por ello, al sol de hoy, ese colectivo no pasa de ser un club de países con dudosas prácticas en cuanto a libertades y derechos humanos, aunque no se puede generalizar porque también se retratan en ese grupo otros de mejor desempeño, que permanecen en el mismo por hábito, por conveniencia, o porque, como lo dijera el escritor y político peruano nacionalizado español Mario Vargas Llosa, “sus corazones son de izquierda…»
El hecho es que, entre la variopinta lista de invitados al guateque de Margarita, por supuesto unos cuantos sucumbieron a la tentación de la comida y la bebida gratis y a raudales. Pero la convocatoria de este movimiento mengua, y quedará para la próxima cumbre el saber si lo hacen porque una idea con cincuenta años a cuestas ya es vieja o si se debió a la puntual pérdida de brillo de la otrora reluciente chequera venezolana.
Llama la atención, por ejemplo, el reporte del canal televisivo Al Jazeera, al que podríamos definir como un medio de comunicación “no alineado”, en tanto y en cuanto nació buscando ser la contrapartida de la poderosa CNN en el mundo árabe y por ello se debería suponer más cercana a la órbita del Mnoal.
Sin embargo, en el sumario de la nota que ofreció la web del canal el pasado 18 de septiembre, se destaca que apenas 10 mandatarios acudieron, lo cual es una convocatoria bastante escuálida si se toma en cuenta que en el movimiento están adscritos 120 países. La misma fuente cita que a la cumbre anterior -Irán, 2012- acudieron 35 jefes de Estado. Más del triple de la asistencia actual. Y se echó en especial falta al representante de India, donde se creó el movimiento y que ha faltado a la cita solamente en dos oportunidades, incluida la actual.
Quedará para las conclusiones futuras el saber, como dijimos, si se trata de que ya el movimiento en sí no seduce, o si unos cuantos consideraron que no era conveniente tomarse la foto con un gobierno de desempeño más que dudoso en economía, libertades y derechos humanos. Probablemente, la verdad sea una mezcla de ambas causas.
Por si esto fuera poco, el encuentro sirvió para que, tanto los invitados como los medios de comunicación que cubrían, se dieran cuenta de la realidad venezolana, la cual se corresponde con lo que los medios recogen en nuestro país y dan a conocer al mundo.
No sirvió de mucho intentar esconder la basura bajo la alfombra ante la llegada de la visita. Por más que se pintara, se iluminara y se abasteciera, no se pudo disimular el mal estado de instalaciones, el desproporcionado aparato de seguridad y sobre todo, el inoportuno fantasma de los cacerolazos, una indignada manifestación que refrendó la insatisfacción del pueblo venezolano con lo que le está tocando vivir.
El remedio resultó peor que la enfermedad. Como también lo fue la “importación” a Margarita de barras oficialistas que acamparon a la intemperie y que dejaron en claro que, al menos en Nueva Esparta, el gobierno tiene que llevar a sus propios fans, porque los espontáneos son muy escasos.
Diversas fuentes calculan el costo del evento entre ciento cincuenta y doscientos millones de dólares. ¿El resultado? Confirmar que el Mnoal languidece, que la convocatoria del gobierno venezolano también y que los ojos del mundo se volvieran a Venezuela solamente para corroborar que el cambio es tan urgente como necesario.