Con una habilidad en las artes marciales increíble, la actriz Tura Santana dejó su huella en el cine con la película ‘Faster Pussycat! Kill! Kill!’, de Russ Meyer. Pero antes de que el éxito llegara a su vida vivió una triste infancia e, incluso, fue víctima de un aterrador caso de abuso sexual.
Según contó el medio cultural ‘Vice’, Tura nació el 10 de julio de 1938 en Hokkaido, Japón. Se mudó a Estados Unidos cuando tenía cuatro años junto a su padre, un actor de cine mudo, y su madre, una artista de circo.
Aunque creían que la vida sería más sencilla viviendo en Chicago, la actriz relató en el libro ‘Big Bosoms and Square Jaws: The Biography of Russ Meyer, King of the Sex Film’, de Jimmy McDonough, que sus compañeros de colegio se burlaban de ella por su descendencia japonesa.
“Luché para irme a la escuela y regresar. Constantemente se burlaban de mí”, confesó.
A la edad de 10 años, un grupo de cinco adolescentes se le acercaron cuando iba de regreso a su casa. La metieron a un vehículo y la violaron. Luego, sin ninguna piedad, la dejaron abandonada en un callejón.
Después de esa dolorosa época, empezó a practicar artes marciales, más específicamente, una combinación de karate, aikido y judo. La venganza fue su principal motor para entrenar.
«Me hice la promesa de que algún día, de alguna manera, me vengaría de todos ellos«, escribió en su biografía.
Con sus habilidades, formó una pandilla de mujeres que se cuidaban por sí solas y se defendían. Pasó 15 años de su vida rastreando a cada uno de sus violadores y dándoles su merecido. No reveló muchos detalles al respecto, solo escribió “Nunca supieron quién era yo hasta que se los dije”.
Su destreza también la llevó a ser bailarina y, un día, en el Follies Theatre de Chicago, conoció al rey del ‘Rock and Roll’, Elvis Presley. Santana contó que el cantante quedó impresionado con sus movimientos y le preguntó “si podía enseñarle”.
A partir de ese momento, su carrera fue en ascenso. Consiguió papeles pequeños en programas de televisión y, en 1965, saltó al estrellato con su papel de Valma en ‘Faster Pussycat! Kill! Kill!’.
Valma era una mujer sexy, pero también muy ruda. De hecho, ella misma creó todas las coreografías de pelea que protagonizó dentro de la película.
De acuerdo con ‘Vice’, este filme marcó el comienzo de la figura de heroína de acción femenina y su influencia aún se aprecia en el trabajo de cineastas como Quentin Tarantino.
Desafortunadamente, después de esta icónica actuación, no despegó más en su carrera y se retiró en 1973. En los siguientes años de su vida, trabajó como enfermera y en el área de seguridad de un hotel en el estado de Nevada.
Murió el 4 de febrero de 2011 en Reno, Nevada. Pero dejó un legado que jamás se borrará: mostrar a la mujer como un ser poderoso.