Se ha desatado una discusión bizantina por la decisión gubernamental de ceder un avión para trasladar a jugadores de la Vinotinto del fútbol
Se dice de aquellas personas altamente conflictivas, dadas a discutir por cualquier detalle, importante o banal.
La situación alarmante generada por los intentos de establecer una dictadura “militar-civil” (que tiene al país enguerrillado aunque el 6D una determinante mayoría dejó ver cuáles son sus preferencias), se va trasladando al ámbito deportivo.
Aun los éxitos, como los recientes del baloncesto, dan pie para manifestaciones en ese sentido. Y ahora surge otra discusión bizantina con motivo de la decisión gubernamental de atender la petición de Rafael Dudamel y ceder un avión para trasladar a jugadores de la Vinotinto del fútbol con motivo de su próximo compromiso de la eliminatoria mundialista.
No pretenden estas líneas fijar posición sobre el fondo del asunto, precisamente por la inutilidad de “gastar pólvora en zamuros”. Solo llamar la atención sobre el hecho de abundar con manifestaciones de hostilidad, entre deportistas, por una decisión que beneficie a alguna de las partes.
Habría demasiado que comentar sobre el fondo de muchas cosas alrededor de una y otra disciplina. Del deporte en general. Pero, aunque ya no sorprenda -pues en Venezuela los enfrentamientos se estimulan precisamente desde donde debiera predicarse con el ejemplo-, vale la pena intentar, por lo menos, detener el nuevo frente que parece abrirse alrededor de dos disciplinas de las más populares del país.
Armando Naranjo
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