El frío y la lluvia de Washington no pudieron disminuir la euforia de millones de personas que votaron por Trump como expresión de descontento contra lo que muchos califican como «élites políticas tradicionales»
Como venezolano estudioso de los temas constitucionales y políticos del mundo, llegué a Estados Unidos para analizar estos temas, varios días antes de la ceremonia de transferencia de poder en la que Donald Trump asumió la presidencia del país militar y económicamente más poderoso del mundo.
Actualmente estoy realizando diligencias para grabar una entrevista exclusiva con Trump y si la logro, la primicia noticiosa será difundida por este medio. Por ahora sugiero ver un adelanto del trabajo investigativo que he desarrollado en Washington: ver video en YouTube: Un chavista en la fiesta de Donald Trump https://t.co/n8G3TUKYjx.
Puedo dar testimonio, como asistente al evento del 20 de enero de 2017, que el frío y la lluvia de Washington no pudieron disminuir la euforia de millones de personas que votaron por Trump como expresión de descontento contra lo que muchos califican como «élites políticas tradicionales», que apoyaban a la candidata Clinton. No importa si grandes medios de comunicación en EE.UU. (viscerales enemigos de Trump) intentan minimizar el acontecimiento.
Lo cierto es que los gritos de la multitud estallaron en el momento más explosivo del discurso del nuevo presidente, cito textualmente:
«La ceremonia de hoy tiene un significado muy especial. Porque hoy no estamos simplemente transfiriendo el poder de una administración a otra, o de un partido a otro, sino que estamos transfiriendo el poder de Washington D.C. y devolviéndoselo a ustedes, el pueblo estadounidense».
Ver foto: https://www.instagram.com/p/BPgwanjhbNS/.
Al acumular años de estudio sobre procesos en otros países, uno no puede esperar que el factor revolucionario extranjero sea como uno ideológicamente lo quiere (sino que uno simpatiza prudentemente con el menos malo en la lucha entre capitalistas), porque cada país tiene realidades propias y por lo tanto hacen las revoluciones que pueden hacer, y si una revolución radical no es posible entonces realizan cambios progresistas o dan pasos hacia adelante a favor de darle poder al pueblo.
En pocas palabras, Venezuela parió a Hugo Chávez y EE.UU. a Donald Trump. Obviamente en el llamado imperio no hay proyecto presidencial de socialismo (ni estoy presentando a Trump como un revolucionario, tal como lo hizo el reformista PCV apoyando al opusdiano Caldera en 1993). Por el contrario, lo que yo afirmo es que el texto arriba citado revela una oferta de reivindicar al pueblo, ya que Donald ha señalado a los presuntos culpables de la desigualdad social de manera frontal y directa como nunca antes nadie lo había hecho siendo presidente estadounidense.
El tiempo dirá si Trump pasa de las palabras a los actos. Si lucha por el pueblo y aplica su eslogan «America First» (EE.UU. primero). Habrá que ver si logra vencer las fuerzas que se oponen al cambio popular.
Es más probable que lo prometido no se cumpla porque inmensos poderes económicos, políticos, militares y mediáticos se oponen a semejante plan nacionalista, pero vale la pena seguir estudiando este capítulo de la historia, porque el solo hecho de que haya existido ese discurso es un poderoso signo de turbulencia social y todo el pueblo estadounidense y sus amigos que reclamamos cambio constructivo para que se mejoren la coexistencia entre EE.UU. y el resto del mundo.
«Cada país tiene realidades propias y por lo tanto hacen las revoluciones que pueden hacer, y si una revolución radical no es posible entonces realizan cambios progresistas…»
Esta historia continuará…
Jesús Silva R.
http://jesusmanuelsilva.blogspot.com
AFP / Saúl Loeb